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Alberto Palma Godoy
22 de agosto de 2007

Caso: Alberto Palma Godoy



Fronteras porosas:

29 de agosto de 2008
Jorge Elías - URR

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Transcurrido más de un año del brutal crimen del periodista radial Alberto Palma Godoy, apodado Tito, en el pueblo paraguayo de Mayor Julio D. Otaño, los fiscales Daniel Rodrigo Vergara y Alfredo Ramón Báez, de la Fiscalía Zonal de María Auxiliadora, están pendientes del curso que dé la Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol) al pedido de captura del presunto asesino, Nelson Vera Sanabria, prófugo de la justicia paraguaya, en la vecina provincia argentina de Misiones.

Nelson Vera Sanabria, alias Kamba’i, de 22 años, y su hermano Fabio, de 29, habrían sido los ejecutores de Palma en su casa de Mayor Julio D. Otaño, 450 kilómetros al sudeste de la capital paraguaya, en presencia de su mujer, de un hermano de ella y del padre de ambos.

Palma había decidido su inminente regreso a Chile, su país natal, por temor a “la mafia” y a un eventual atentado contra su vida. Lo dejó dicho en una carta enviada al entonces presidente de Paraguay, Nicanor Duarte Frutos: “Lamentablemente, no se puede contra la mafia”. Lo dejó dicho, también, en el último contacto radial con el periodista Víctor Benítez, de Radio Chaco Boreal, de Asunción, de la cual era corresponsal en el departamento de Itapúa: "En concreto, te digo que se llegó al límite máximo acá y mi señora está allá, en Ciudad del Este. Les saqué a mis hijos del colegio. Hice la denuncia de la gente vinculada con la mafia, el robo de gasoil y es difícil luchar solo".

El crimen ocurrió el miércoles 22 de agosto de 2007, a eso de las 10 de la noche. Dos hombres con uniformes militares camuflados (parapara’i, en guaraní), que iban en motos, irrumpieron de pronto en la vivienda. Lo acribillaron. Seis balazos dieron en la frente, el cuello, los brazos y las piernas de Palma, de 48 años. Su pareja, Wilma Beatriz Martínez Martínez, de 24 años, con la cual tenía un hijo de apenas dos meses, resultó herida en la pierna izquierda.

Habían cenado con un hermano de ella, Néstor Adolfo Martínez Martínez, de 19 años, y el padre de ambos, Aparicio Martínez Cabrera, de 59 años; en ese momento, éste tocaba la guitarra. “Llegaron dos personas de sexo masculino, con uniforme militar”, que, “sin mediar palabras, comenzaron a efectuar disparos contra la humanidad de las víctimas”, declaró ante la policía.

Kamba’i Vera, según los testimonios, actuó a cara descubierta. El otro llevaba un pasamontaña. La pareja de Palma, sin embargo, “pudo identificar al encapuchado por la mirada y sus rasgos físicos como Fabio Vera, el hermano de Kamba’i”. Ambos son oriundos de la localidad de Yacuí Guazú, distrito de Mayor Otaño, y tienen antecedentes penales.

Curiosamente, Fabio Vera Sanabria y su madre, Nicolasa Sanabria de Vera, fueron detenidos el 5 de septiembre de 2007, dos semanas después del crimen de Palma, por su presunta participación en el secuestro del empresario japonés Hirokasu Ota; su secretaria, Sawako Takayama; el policía Félix Ramos Balmori y la novia de éste, Nancy Giménez, el 1° de abril de ese año, en Caaguazú. Ambos recuperaron la libertad, el 12 de abril de 2008, por orden del juez de esa zona, Benito Guerrero.

Dos meses después, el fiscal Alfredo Báez Pedotti, de la unidad dos de la Fiscalía Zonal de María Auxiliadora, solicitó la prisión preventiva de los hermanos Sanabria por el crimen de Palma. Kamba’i Vera ha sido declarado en estado de rebeldía; su hermano Fabio, cuando aún estaba detenido en la Agrupación Especializada de la Policía, se negó a declarar. Ambos son acusados de pertenecer a la llamada “mafia de frontera”.

El caso Palma pasó de la Fiscalía Zonal de Edelira, a cargo del fiscal Nelson Ramos, a la nueva fiscalía de María Auxiliadora en razón de su cercanía con Mayor Otaño. Poco antes de ser ejecutado, Palma recibió amenazas por medio de mensajes de textos enviados a su teléfono móvil: “Me contrataron para matart" para "hacrte viajar –decía uno de ellos, con errores ortográficos–. Muy pronto n veremos".

Las hizo públicas, así como su temor a “la mafia”, pero no obtuvo respuesta. Como tampoco obtuvo respuesta la carta que le remitió al aún presidente Duarte Frutos, hoy senador nacional. Eso da una pauta de la desprotección con la cual se ejerce el periodismo en determinadas zonas de determinados países, vírgenes de protección y de contención estatal.

En su último contacto radial, Palma embistió contra “los liberales”, que “están manejando dos radios truchas y yo los he denunciado, y he tenido los problemas que tengo (...) No me atrevo a ir a la policía porque ellos los manejan a platazo limpio”.

Palma tenía su propia radio, FM Mayor Otaño, pero, “por cuestiones políticas”, se quedó sin la licencia. En diciembre de 2006 perdió los equipos, decomisados por las autoridades. De ahí su trabajo de corresponsal de Radio Chaco Boreal. A los medios gráficos no vacilaba en brindarles información. En los últimos meses, sin fuente de ingresos aparente, se ganaba la vida como fotógrafo de acontecimientos sociales y familiares.

En uno de los mensajes de texto que recibió antes de morir, el presunto asesino dice que Palma y otro vecino de Mayor Otaño, Julio Ríos, habían sido los responsables de la intervención de esas emisoras. Esa es una de las hipótesis que maneja el fiscal Vergara sobre el motivo del crimen. La otra guarda relación con la posibilidad de que denunciara en forma pública los negocios de “la mafia”: tráfico de combustible y de drogas en Mayor Otaña, entre otros temas de los cuales, parece, sabía demasiado.

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