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Reinaldo Coutinho da Silva
29 de agosto de 1995

Caso: Reinaldo Coutinho da Silva



Editor de Cachoeiras Jornal, Cachoeiras de Macacu, Río de Janeiro, Brasil:

1 de septiembre de 2000
Clarinha Glock

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Cinco años después del asesinato del periodista Reinaldo Coutinho da Silva, editor del Cachoeiras Jornal, con sede en Cachoeiras de Macacu, Río de Janeiro, el caso que había sido apuntado como "prioridad" por la policía del Estado del Río de Janeiro sigue impune. Testigos del crimen desaparecieron, y uno de los sospechosos de encubrimiento, que había estado preso por otro crimen, ya está en libertad. En agosto de este año, después de haber sido consultados sobre el resultado de la averiguación de la SIP y por el reportaje del periódico O Globo, de Río de Janeiro, las autoridades decidieron retomar las investigaciones. La Asociación Río Contra el Crimen, organización no-gubernamental, junto con el gobierno del Estado de Río de Janeiro, ofrece una recompensa de R$ 2,000 (cerca de US$ 1,000) para quien dé información sobre el caso.

Catorce tiros fueron disparados contra el periodista cuando se detuvo en el semáforo de la avenida Edson, en el barrio Lindo Parque, en São Gonçalo. Eran cerca de las 7:30 a.m. del martes 29 de agosto de 1995. El coche Gol conducido por Coutinho da Silva estaba próximo a una bifurcación donde, en una esquina, existe una verdulería y, en la otra, un lavadero de coches y una escuela. En el lado opuesto, una iglesia.

Las declaraciones recogidas por la policía son contradictorias. Una de las versiones es que los asesinos eran tres y que se conducían en una motocicleta y en un automóvil Gol gris. El coche se había alineado al Gol del periodista, o estacionado por detrás, y el acompañante lo habría matado con disparos de pistola. Otros testigos afirmaron que el vehículo de los asesinos era un Fiat negro. Por lo menos dos personas llegaron a comentar con conocidos de la familia de Coutinho da Silva, detalles sobre los vehículos y los sospechosos del crimen. Una de ellas trabajaba en un comercio de venta de pinturas ubicada en la avenida Edson. La tienda cerró. El testigo era un morador de Papucaia, distrito de Cachoeiras de Macacu, ubicado a 30 kilómetros de São Gonçalo. Después de haber sido contactados por familiares y amigos, los testigos desaparecieron de la región.

El periodista parecía estar previendo que alguna cosa le iba a ocurrir. No hablaba sobre amenazas. "Era muy discreto, no le gustaba preocupar a los amigos", recuerda Silvio Martins Paixão, presidente del Sindicato de Periodistas Profesionales del Estado del Río de Janeiro, que trabajó con él en el periódico O Fluminense. Días antes de su asesinato, Coutinho da Silva comentó a sus familiares que había visto una camioneta pick-up estacionada durante horas cerca de su casa, en São Gonçalo.

Coutinho da Silva vivía en una calle angosta, de difícil acceso. Desconfiado, llamó a la policía. Antes de llegar al local, el patrullero tocó la sirena. Alertado por el ruido, el conductor de la pick-up partió, sin que pudiera ser abordado. A la familia de Coutinho da Silva le extrañó que la llamada del periodista, avisando sobre la presencia de la camioneta, no haya sido registrada por la policía.

En la tarde anterior a la del asesinato, un vecino recuerda haber sido consultado por un hombre canoso, bien vestido, sobre la dirección de Coutinho da Silva. Según el vecino, la persona ya sabía donde estaba la casa, pero quería saber si la calle tenía solamente una salida angosta. El hombre conducía un coche Gol.

El martes en que fue asesinado, Coutinho da Silva se dirigía a una reunión en el Instituto de Investigación, Estudios y Desarrollo de São Gonçalo (Ipedesg), fundado por él, junto con otros miembros de la comunidad, con el objetivo de discutir y buscar soluciones a los problemas de la ciudad. Aquel día, irónicamente, iba a ser conferencista el secretario de Seguridad del Estado, Nilton Cerqueira, para hablar sobre el tema de la violencia.

En la época del crimen, José Fernando Beliche, comisario de la 72ª Comisaría de Policía de São Gonçalo que estaba de guardia, estableció algunas hipótesis. Una de ellas estaba relacionada a documentos encontrados en el coche de Coutinho da Silva el día de su muerte, que incluían copias de una acción civil pidiendo la clausura de un lote de Serafim Gomes, hermano del ex-intendente Rui Coelho Gomes, en una área de preservación ambiental en la región de Boca do Mato, en Cachoeiras de Macacu.

La segunda sospecha de la policía recayó sobre el fotógrafo Fábio Barroso, uno de los socios de Coutinho da Silva en Cachoeiras Jornal, debido a un desacuerdo sobre la facturación del periódico. Según familiares del periodista, en el periodo que antecedió a su muerte, Coutinho da Silva habría contratado a un auditor para cuidar de las finanzas, desconfiando sobre el desvío de dinero. Barroso negó a la SIP que hubiese cualquier pelea entre los dos, a no ser por las discusiones habituales que precedían a cada edición del periódico.

"Mi familia es de Cachoeiras, y trabajamos juntos en O Fluminense. Por eso, cuando Reinaldo necesitó a alguien para hacer fotos, me llamó", dijo Barroso. Él cuenta que el día del crimen, estaba en Río de Janeiro porque había llevado a su mujer a hacer compras. "Reinaldo era como un padre, aprendí mucho con él", afirmó.

Barroso tenía el 10% de la sociedad en el periódico. Otro 30% era de Sueli Coutinho, que tenía una inmobiliaria al lado de la sede de Cachoeiras Jornal y pasó, por insistencia de Coutinho da Silva, a participar del equipo desde el principio. En 1995, Sueli volvió de un viaje de dos años por Estados Unidos. Temerosa, pidió apartarse del periódico.

La familia de Coutinho da Silva consolidó la separación de la sociedad sobre lo que restaba de la parte del padre. Barroso mantuvo a los colaboradores, pero creó entonces su propio periódico, que permanece hasta hoy, en otra sede. Le cambió el nombre a Jornal Cachoeiras.

Otra hipótesis formulada por la policía fue la disputa entre Coutinho da Silva y Rogério Mesquita, dueño del periódico Atualidades, por la competencia en la divulgación de los edictos judiciales y la publicidad de la Intendencia de Cachoeiras de Macacu. Según Mauro Ricardo Henriques da Silva, hijo de Reinaldo, la publicidad era publicada en Cachoeiras Jornal porque en la ciudad no había un Diario Oficial. Con el cambio del ejecutivo municipal, la publicidad pasó para el periódico Atualidades, sin competencia pública. Coutinho da Silva accionó civilmente contra la Intendencia para garantizar el derecho de continuar con los anuncios y la justicia le dio la razón.

La policía todavía tiene que investigar los indicios, formulados por personas que vivían con el sospechoso y la víctima, sobre que Mesquita podría tener alguna relación con el bicheiro (encargados del juego clandestino de apuestas, Jogo do bicho) Waldenir Paes Garcia, alias el Maninho, condenado por la formación de bandas del crimen organizado y por delitos relacionados a actividades ilícitas. Según investigaciones del Ministerio Público, Maninho tiene aras de caballos y haciendas en la región de Cachoeiras de Macacu. Un reportaje publicado por el periódico O Dia, de Río de Janeiro, lo cita como custodio del bicheiro. La SIP no consiguió ubicar a Mesquita para una entrevista.

Varios testigos contaron que, por lo menos dos veces - una de ellas en la redacción de Cachoeiras Jornal y la otra en una fiesta, en la feria ecuestre de la región – algunas personas relacionadas a Mesquita habían amenazado a Coutinho da Silva. Además de la competencia por la publicidad, había otro punto de divergencia: Coutinho da Silva había publicado en su periódico manifestaciones contrarias a la independencia de Papucaia, distrito de Cachoeiras de Macacu, defendida por Mesquita. "Si Papucaia se emancipa, va a volverse una nueva Colombia", dijo el periodista a un amigo, haciendo referencia al tráfico de armas y de drogas que creía pasaba por la región. En su periódico Atualidades, Mesquita hacía pública la cuestión.

"Reinaldo no respondía a las provocaciones, él era muy ético y sabía como lidiar con esas cosas", cuenta su ex-socia Sueli.

Existe también la sospecha de que el asesinato de Coutinho da Silva tenga relación con el encarcelamiento, en Cachoeiras de Macacu, de policías civiles y militares acusados de ser parte de bandas del crimen organizado. Los nombres y las fotos de los involucrados fueron publicadas en la primera página de Cachoeiras Jornal, el 18 de agosto de 1995.

Las pocas pistas que surgieron sobre los sospechosos se fueron descartando. El 8 de marzo de 1996, el soldado de la Policía Militar, José da Silva Filho, que vivía en Japuíba, distrito de Cachoeiras de Macacu, fue apresado mientras conducía un coche Gol gris metálico, con chapa falsa. Los policías hicieron una búsqueda en la casa de Silva basados en una denuncia de que él tenía alguna relación con la muerte del periodista. Condenado a cuatro años y seis meses de cárcel por robo, Silva apeló la sentencia y su pena fue reducida dos años. Fue liberado en septiembre de 1998, sin haber sido comprobada su participación en el homicidio del periodista.

Extraoficialmente se rumoró que una persona, embriagada, había mencionado en una panadería de Japuíba que Silva había matado a un periodista. Madelon Pinto da Silva, que en la época del crimen era mujer de Silva, dijo que no sabía nada sobre esos rumores, aún cuando su nombre fuera citado como la persona que había "hablado de más" en la panadería. "Él no tenía motivo para matarlo. Además, el día del crimen estaba en casa conmigo", garantizó, contradiciendo a un testigo que afirmó haber visto a Silva llegar a su casa cerca de las 11:30 a.m..

A pesar de decir que está separada de Silva, Madelon llamó a Silva, desde un teléfono público enfrente al local en que trabaja, en Cachoeiras de Macacu, y le comunicó con la SIP. Silva dijo que no quería dar entrevistas y que nada había sido comprobado contra él. Expresó que ya había sido perjudicado, y pidió que le olvidasen.

La investigación sobre la muerte de Coutinho da Silva quedó prácticamente olvidada hasta agosto de este año. "La averiguación no estuvo mal conducida, pero faltó rapidez", admite Milton Roberto Olivier de Azevedo, de la Controladuría General de Actividades Internas de la Secretaría de Estado de la Seguridad Pública de Río de Janeiro, encargado de fiscalizar la acción de la policía. "No existe interés de la policía en proteger a los criminales. Hubo problemas por falta de recursos. Además, ese crimen es difícil de dilucidar porque las personas tienen miedo de hablar", dijo Azevedo.

Según el titular de la Comisaría de Homicidios encargado de la averiguación, Paulo Passos Silva Filho, quien se integró al cargo en enero del 2000, la investigación había sido enviada en enero a la 4ª Sala Criminal de São Gonçalo para que el Ministerio Público tomase conocimiento de las diligencias realizadas. Solamente el día 25 de agosto de este año volvió a sus manos. "Vamos a darle seguimiento", prometió el comisario.

La misma promesa había sido hecha en octubre de 1995, cuando el jefe de la Policía Civil de Río de Janeiro en ese momento, Hélio Luz, actualmente diputado estatal, nombró al detective e inspector Jamil Warwar para presidir el Grupo de Investigación Especial creado con el objetivo de investigar los crímenes de gran repercusión. Uno de los casos considerados "prioritarios" en la época, fue el de Coutinho da Silva.

El diputado Luz, se sorprendió al saber que el crimen todavía no ha sido aclarado. "El gran problema es la estructura del Estado en Brasil que, si bien, tiene una policía para hacer el control social, no tiene inversiones para la investigación de homicidios", analiza Luz.

El diputado, que pasó 10 años en la división de Homicidios, recuerda que el esclarecimiento de esos crímenes sería una manera de acabar con los demás: "Juego de bicho (juego clandestino de apuestas), el narcotráfico, todo se garantiza con el homicidio". Luz cree que la investigación sobre la muerte de Coutinho da Silva puede chocar con personas relacionadas al juego del bicho y a intereses políticos locales. "Si se hace una radiografía de la región de Cachoeiras de Macacu, verá que el juego del bicho no está en la calle, pero los bicheiros tienen aras de caballos y haciendas, allá la feria de exposiciones es sostenida por ellos", observó.

Investigaciones hechas en varios estados de Brasil indican que el juego del bicho está relacionado con el lavado de dinero, tráfico de drogas y de armas. En casos como el asesinato del periodista, la policía local no responde, enfatizó. "Siempre que se examina un homicidio, tiene que ser afuera, a nivel estatal, porque la presión es muy fuerte".

São Gonçalo, donde vivía Coutinho da Silva, es la segunda ciudad en población del estado de Río de Janeiro. El último censo contabilizó cerca de 800.000 mil habitantes, pero los cálculos indican que hoy debe haber cerca de 1.200.000. Solo 18 kilómetros separan la capital del estado, Río de Janeiro, de São Gonçalo, ubicada en la región metropolitana.

Los edificios pintados con graffitis hasta el techo, el humo y el ruido constante de los autobuses son las principales características del municipio. Durante mucho tiempo considerado ciudad-dormitorio, São Gonçalo vive del comercio y de la industria y es la quinta economía en recaudación de impuestos del estado. Pero el crecimiento de la población no estuvo a la par del desarrollo económico. Los homicidios en la región, de acuerdo con datos de la comisaría especializada, generalmente tienen su origen en las "guerras" entre bandas relacionadas al narcotráfico, por la disputa de áreas de dominio, y por las deudas sobre la adquisición de las drogas.

Cachoeiras de Macacu, ciudad donde funcionaba el periódico de Coutinho da Silva, está en la región de la Baixada Litorânea, a 20 kilómetros de São Gonçalo. El procurador de justicia de Cachoeiras de Macacu, Paulo Sérgio Rangel de Nascimento, cree que la muerte del periodista fue tramada en esa ciudad. El hecho de haber sido ejecutada fuera de ella pudo haber sido una forma de despistar a la policía o para huir de los embates de Nascimento. El procurador fue el responsable de la denuncia de una banda formada por policías civiles y militares que actuaba en la región - y sobre la noticia referente al encarcelamiento, lo cual es una de las hipótesis que se barajan sobre el crimen del periodista. El procurador no cree en esa hipótesis. "Los periódicos O Globo y O Dia también publicaron las fotos y el reportaje. La pelea no sería con Coutinho da Silva, sino conmigo y con el juez."

Otros crímenes ocurrieron en Cachoeiras de Macacu sin que fuesen apresados los culpables. La impunidad fue denunciada por Coutinho da Silva, antes de su muerte, en artículos publicados en Cachoeiras Jornal.

Después del asesinato de Coutinho da Silva, sus hijos recibieron amenazas. Con temor a que suceda algo contra su familia, José Ronaldo Henriques da Silva se mudó del estado. En la época del asesinato, él hacía la diagramación y ayudaba a su padre en el área de marketing del Cachoeiras Jornal. "No creo más en las instituciones, quería salir de Brasil", confiesa José Ronaldo.

Dijo que pretende procesar a los fabricantes de las balas de revólver que mataron a su padre como una forma de llamar la atención sobre la violencia. "No quiero que encuentren un chivo expiatorio, quiero justicia", afirmó.

Admirado por su capacidad y determinación
Reinaldo Coutinho da Silva era un lector voraz, adoraba los clásicos y los libros de Historia. Y redactaba textos críticos y contundentes que publicaba en el periódico. También escribía poemas cargados de sensibilidad y emoción. Le gustaba la política y era un gran creador de proyectos sociales. Por sus sueños de cambiar la sociedad fundó el Instituto de Investigación, Estudios y Desarrollo de São Gonçalo (Ipedesg), organización no-gubernamental, cuyo objetivo era reunir a miembros de la comunidad para discutir sobre los problemas de la ciudad y sus soluciones.

Era un miembro activo de la Tienda Masónica Nova Estrela do Oriente, en São Gonçalo, habiendo llegado a la posición de "venerable" (presidente). "Siempre defendió a los más débiles y bregó por la democracia", contó el militar retirado José Roberto Boechat, actual presidente de esa institución.

Su curiosidad por la Historia hizo que se convirtiera en experto sobre la memoria de São Gonçalo. Pretendía hacer un archivo oral de personas destacadas de la ciudad. Después de inaugurar su periódico en Cachoeiras de Macacu, continuó escribiendo para Nosso Jornal, de São Gonçalo, manteniendo así una participación activa en la vida del municipio.

Bohemio, a la noche, después del trabajo, iba a beber con los amigos y colocaba en práctica su mayor don: charlar con las personas, independientemente de la clase social a la que pertenecieran.

Planeaba hacer de Cachoeiras Jornal una referencia de la región. Había comprado un terreno donde pretendía instalar una imprenta. Su obstinación era visible desde el primer número del periódico, cuando él mismo distribuyó una pila de ejemplares. El resultado del esfuerzo no fue en vano. Cuando el semanario Cachoeiras Jornal aparecía en los quioscos de la Rodoviaria de Cachoeiras de Macacu, se agotaba en minutos.

De sus tres hijos, el que siguió más próximo a su carrera fue Carlos Rogério Henriques da Silva, quien estudiaba en la Facultad de Comunicación y hacía traducciones en una revista. Pero, para tristeza del periodista, Carlos murió en 1986 a los 21 años, en un accidente de coche con su madre, Maria Gilda Henriques da Silva. Fueron arrollados por un autobús. La tragedia lo afectó profundamente, y la convirtió en denuncia periodística como lo demuestra el texto que publicó en O Fluminense:

"Queremos, entonces, sin temor, denunciar y desconfiar del sistema que permite el tráfico de autobuses sin las mínimas condiciones de seguridad, que andan llenos de pasajeros, como es el caso de la empresa involucrada en ese proceso; denunciar la complicidad de las autoridades que permiten la utilización de jubilados y militares de la reserva para conducir colectivos; denunciar los motivos de la morosidad de la Justicia; denunciar la mafia de los transportes que negocia el riesgo de vida de pasajeros a cambio de favores y propinas de empresarios inescrupulosos".

Los amigos que trabajaron con él lo recuerdan como un profesional serio y competente. José Fernando Oliveira Vaqueiro, propietario de una imprenta, era secretario de la Administración del gobierno del intendente Jaime Campos, en São Gonçalo, cuando Coutinho da Silva asumió el cargo de Divulgación y Turismo. Después, los dos crearon el periódico O São Gonçalo. "El conseguía acercarse a todos, sabía oír", relató Vaqueiro.

"Tenía una capacidad de síntesis enorme", recuerda el actual secretario municipal de la Industria y Comercio de São Gonçalo, Aurenildo Brito de Azevedo, que fundó con Coutinho da Silva, el Instituto de Pesquisa y Desarrollo de São Gonçalo. Y, sobretodo, era dueño de una paciencia inigualable para enseñar a los otros lo que más le gustaba: escribir y editar un periódico.

"Una oportunidad, si no es aprovechada, se vuelve dificultad", decía él a los reporteros principiantes, como Adriana Vieira. "Reinaldo era fantástico, enseñaba mucho, pero tenía mucho trabajo también", cuenta Adriana, que continúa en el diario que fundó el periodista. Fue él quien convenció al entonces gerente de supermercado Erikson Fonseca de Miranda, el Etinho, a escribir una columna sobre deportes, y terminó por transformarle en un fotógrafo y redactor.

"Reinaldo decía que había venido para dar una voz a Cachoeiras", observó Fonseca de Miranda, ahora dueño de su propio periódico. Miranda fue el encargado de sacar las fotos de los policías acusados de formar bandas del crimen organizado, presos en Cachoeiras de Macacu.

Marilda da Silva Henriques, compañera de Coutinho da Silva en los últimos años de su vida, recuerda que él era una persona muy sensible y siempre decía: "Pueden matarme, pero mi periódico es sobre la verdad. La única cosa a la que le tengo miedo, es a que lo quemen y tener que empezar todo de nuevo".

La voz de Reinaldo

En sus artículos, Reinaldo Coutinho da Silva denunciaba la misma violencia de la que, irónicamente, fue víctima. Uno de sus últimos trabajos, publicado en el periódico Nosso Jornal, de São Gonçalo, que circuló del 25 de agosto hasta el 1 de septiembre de 1995, se titulaba Lo bueno y lo malo de la policía: "... el problema más grave con la seguridad pública es la basura acumulada debajo de las alfombras, incluyendo las cuestiones económicas, sociales y educacionales. La policía, por su acción represora, nunca ha tenido buena imagen ante la población, porque existe y existirá siempre alguien que reclame, con razón o no, derechos impuestos por la ley o por métodos y posturas mal utilizados. Fabricar la buena imagen, por lo tanto, es una cuestión técnicamente secundaria."

"El brillo de ese barniz podría tener otra tonalidad si los gobiernos cumpliesen fielmente el deber político de garantizar al ciudadano el derecho a la seguridad. Además, ofrecer condiciones técnicas, educacionales y materiales a las instituciones encargadas de preservar la ley y el orden público. Al contrario, permitieron por muchos años que se creasen el corporativismo y el clientelismo, cambiando, muchas veces, la buena formación y la calificación por el mérito político (...)."

"¿Si la policía no está preparada, omite y es corrupta, como separar, ahora, la paja del trigo? ¿Sacar a la escoria policial, dejando a la sociedad a la merced de ella, sin un mecanismo de control y defensa? ¿Armar y equipar a las instituciones antes de la limpieza general y de la formulación de un proyecto eficiente de seguridad pública? ¿Qué hacer?"

"Son preguntas sobre la sociedad que requieren respuestas. Y para eso será necesario tener el coraje de divulgar y dejar que se divulgue, sin censura, el lado malo de la Policía Militar y de la Policía Civil."

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