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Larry Lee
27 de diciembre de 1999

Caso: Larry Lee



Tenía dos puñaladas en el cuello, asestadas brutalmente.:

1 de julio de 2000
Ana Arana

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1-7-2000


Ciudad de Guatemala— Muy pocas personas en los Estados Unidos de Norteamérica conoce que en la mañana del 27 de diciembre de 1999, un periodista estadounidense fue brutalmente apuñalado en Ciudad de Guatemala. Larry Lee de 41 años, un corresponsal para el Bridge Financial News con sede en Nueva York, fue atacado, aparentemente en su apartamento, luego de trabajar hasta muy tarde sobre las elecciones presidenciales de Guatemala.

El último mes de trabajo de Lee en Guatemala fue diciembre. Después de permanecer un año y medio en Guatemala cubriendo notas financieras, quería probar algo distinto y estaba por mudarse a México a finales de enero. Lee archivó su última historia relacionada con las elecciones a la medianoche. Esa noche envió tres cartas por correo electrónico a un viejo amigo en la ciudad de Nueva York. Su última carta decía: "Me voy a dormir". La envió a las 12.37 de la madrugada del 27 de diciembre. Este fue el último mensaje de Lee a sus amigos en los Estados Unidos; con los que mantenía una comunicación diaria mediante correo electrónico. Esa madrugada un vecino escuchó fuertes golpes provenientes de su apartamento.

El cuerpo de Lee fue encontrado 36 horas más tarde, en la tarde del 28 de diciembre. Tenía dos puñaladas en el cuello, asestadas brutalmente. También tenía puñaladas en la espalda, el pecho y heridas profundas en ambas muñecas, como si se hubiera resistido a su atacante.

En un principio el caso de Lee recibió extrema atención en Guatemala. Al menos 50 periodistas han sido asesinados en este país en los últimos 20 años, y el crimen de un periodista estadounidense es una noticia importante. Pero el interés en el caso fue decayendo, una vez que se dieron a conocer los resultados preliminares, que indicaban que Lee habría sido asesinado a causa de un triángulo amoroso entre homosexuales, y no por su trabajo como periodista. Una revisión cuidadosa de los archivos del caso de Lee y entrevistas con amigos, familiares y colegas demostraron que una vez que se comprobó que Lee habría sido asesinado porque era homosexual, su caso dejó de tener importancia.

La homosexualidad es legal en Guatemala, pero existe una considerable discriminación hacia los homosexuales. En realidad en las violaciones más notables a los derechos humanos, los rumores sobre homosexualidad se utilizan generalmente para hacer que los delitos parezcan menos graves. Existen muchos casos de atentados contra homosexuales que nunca han sido resueltos.

Nueve meses después del asesinato de Lee no se encarcelaron a los sospechosos; sus amigos no han sido debidamente interrogados, y se pasó por alto evidencia clave. "Al revisar los archivos se llega a la conclusión de que su muerte tiene para los investigadores la misma importancia que la de una prostituta", expresó un ex funcionario del gobierno familiarizado con investigaciones penales. Por ejemplo, los fiscales continúan sosteniendo que un hombre dedicado a la prostitución asesinó a Lee, aunque los estudios patológicos que se completaron dos meses después del asesinato demostraron que no había tenido relaciones sexuales antes de ser asesinado.

Las organizaciones de prensa internacionales presentaron sus quejas por el escaso progreso en la investigación. La Asociación de Periodistas de Homosexuales y Lesbianas de Estados Unidos le escribió al Departamento de Estado de ese país inmediatamente después del asesinato, mostrando su preocupación acerca de las demoras en la investigación que podrían ser peligrosas debido a la orientación sexual de Lee. "Los exhortamos a que no permitan que el gobierno guatemalteco deje este caso en el olvido", sostuvo Robert Dodge, presidente del grupo. Sin embargo, la organización no está convencida de que Lee haya sido asesinado por su inclinación sexual, pero sí debido a su trabajo, y es por ello que no han promovido una defensa más sólida.

La familia de Lee estuvo en estado de shock desde que sucedió el asesinato. Su hermano menor, Scott Lee y su hermana menor, Janine Zerger, representaron a la familia en la investigación. Scott viajó dos veces a Guatemala para reunirse con los fiscales y con un abogado que contrató para representar a la familia. En ambas ocasiones se quedó sorprendido ante el prejuicio y la falta de conocimiento sobre los homosexuales que encontró en la gente conectada con la investigación. Hasta un investigador privado que la familia contrató le preguntó si su hermano usaba ropa de mujer.

Los hermanos de Lee le han ocultado a sus padres y otros familiares los detalles que relacionan el asesinato de Lee con su vida homosexual. Lee nunca le había dicho a su familia que era homosexual. Y Scott está de acuerdo en pensar que "sería muy difícil para cualquiera de nuestros familiares aceptar que Larry murió en tales circunstancias". Pero mientras sus hermanos ven como las nuevas oportunidades para resolver el caso se van desvaneciendo, están más decididos a hablar de cómo la orientación sexual de Lee se ha convertido en una causa determinante acerca del descuido que rodea el caso. "Queremos tener en cuenta el hecho de que como periodista, él no pudo separar el estar en Guatemala trabajando como periodista del hecho de ser homosexual", dice Scott.

Cada persona involucrada en la investigación en Guatemala se mostró reticente a hablar directamente del caso. Es como si por pertenecer a un estilo de vida que es tabú para muchos Lee fuera el criminal en vez de la víctima. Hasta Víctor Hugo Garrido, el fiscal del Ministerio Público a cargo del caso de Lee se mostró avergonzado por algunos de los detalles sexuales explícitos que se incluyen en la evidencia. Parecería que ya debería estar acostumbrado a los detalles más fuertes, con su experiencia de dos décadas en investigaciones penales. Garrido trabaja en una oficina diminuta en el sexto piso de un edificio atestado en el centro de Guatemala. El ascensor que lleva a su oficina es pequeño y maloliente. Un cartel en la puerta advierte que no pueden subirse más de cuatro personas por vez ya que se corre el riesgo de que se quede entre pisos. Garrido tiene 50 años, barba corta y cabello canoso peinado hacia atrás. Su conducta apacible ofrece un gran contraste con el alboroto que es su oficina. Pilas de documentos por todos lados. "El caso de Lee es difícil de resolver porque hay muchos sospechosos", expresó.

El archivo del caso de Lee tiene una pulgada de alto. Incluye las fotos del cuerpo de Lee y el interior de su apartamento. Los investigadores también grabaron un vídeo de las escenas del crimen conscientes de que la Embajada de los Estados Unidos estaría interesada en el caso. Pero ni siquiera el interés continuo del cónsul de los Estados Unidos ha servido para acercar el caso a una solución.

El 9 de junio, seis meses después del asesinato de Lee, la Embajadora de los Estados Unidos Prudence Bushnell escribió una carta al procurador general de Guatemala, expresando su preocupación acerca de la investigación. "Comparto la frustración de la familia Lee sobre lo que parece ser una serie de demoras y lapsos inexplicables en la investigación penal," escribió.

Garrido no avanzará en ninguna hipótesis sobre el caso. Dice que ha podido armar pieza por pieza la vida de Lee a través del correo electrónico que le enviaba a sus amigos en los Estados Unidos. Señaló un grupo de mensajes electrónicos en los que Lee hablaba acerca de sus asuntos amorosos.

La policía dijo que el robo no fue el motivo del asesinato. La computadora portátil, el dinero en efectivo y otros objetos valiosos de Lee estaban intactos. Sólo faltaba la vídeo grabadora, la cámara de fotos y el teléfono celular de Lee. Hasta los investigadores fijaron inicialmente su atención en un prostituto homosexual que vivía en el edificio de Lee, después de que el hombre, un costarricense llamado Freddy Campos, se mudó de su apartamento un par de días después del asesinato. Campos se entregó y presentó una coartada, que eliminó todas las sospechas que la policía pudiera tener sobre él.

Los investigadores fallaron inexplicablemente en el seguimiento de muchas pistas. Los exámenes de patología, que probaban que Lee no había tenido relaciones sexuales la noche del asesinato, se completaron solamente dos meses después del asesinato. Se realizó un rastreo de huellas digitales en el departamento pero no se hizo nada con ellas. El fiscal no obtuvo el seguimiento oficial del uso del teléfono celular para rastrear los números discados después de que Lee estaba aparentemente muerto.

Pero la mayor equivocación en el caso fue la evidencia que quedó en el apartamento inmediatamente después de la investigación inicial. En abril, el hermano de Lee, Scott, entró al apartamento para limpiarlo, y para su sorpresa encontró ropa con sangre que la policía había pasado por alto. La ropa es la mejor pista que tiene la parte acusadora para identificar al asesino. La sangre es tipo 0, mientras que Lee era A positivo.

La vida de Lee era moderada. El mundo homosexual en Guatemala es oculto y muchos hombres homosexuales están casados y llevan una doble vida. La relación de Lee con este mundo no incluía los bares de homosexuales tradicionales, ya que no tomaba ni fumaba. La mayoría de sus amigos homosexuales eran trabajadores que había conocido cerca de su apartamento. Lee era un hombre amable y respetable y le gustaba vivir entre los guatemaltecos naturales del lugar.

Paradójicamente, Lee parecía sentirse más cómodo siendo homosexual en América Latina que en los Estados Unidos, dijeron sus amigos. Criado en un hogar bautista del sur, la primera vez que les dijo a sus amigos y conocidos que era homosexual fue en 1995, cuando tenía 36 años y trabajaba para el Knoxville News Sentinel en Tennessee.

Muy poco tiempo después, Lee cambió su vida. Recién iniciada su carrera ganó varios premios periodísticos por sus escritos sobre temas sociales, pero se había desilusionado del periodismo estadounidense. Y luego de darse a conocer como homosexual se volvió vegetariano, se fue a Guatemala para aprender español y decidió mudarse a América Latina, dijo David De Witt, un amigo que trabajó con él en el News Sentinel .

Después de terminar la escuela de idiomas en Antigua, Guatemala, Lee vivió tres años en Honduras. Regresó a los Estados Unidos en 1997, pero cuando Bridge Financial News le ofreció trabajo en Guatemala, no desaprovechó la oportunidad. No le importó que Guatemala no fuera el mejor lugar para los periodistas estadounidenses. "A Larry no le interesaba el dinero, sólo quería ayudar a la gente y no quería llevar el estilo de vida de 9 a 5", dice Kathy Sheppard, quien se escribía con Lee por correo electrónico todos los días.

Lee llegó a Guatemala a fines de 1998. En vez de buscar un apartamento en un vecindario seguro y opulento, como lo hacen la mayoría de los extranjeros; se asentó en el área humilde del centro histórico, donde alquiló un apartamento cómodo en un edificio descuidado, llamado Edificio del Centro. Una estructura de cemento gris irregular, de 18 pisos y corredores abovedados, allí se alojaron muchos periodistas extranjeros durante los años de la guerra civil de Guatemala. Hoy, sin embargo, el edificio se usa como oficina de algunas agencias de prensa, abogados y médicos y es el hogar de muchos personajes extraños. Lee era uno de los dos periodistas extranjeros de todo el edificio. Ninguno de los dos se conocía.

Alrededor del área cerca del edificio está la plaza histórica central, un parque colonial, el gran Palacio Nacional y la Arquidiócesis Católica Romana. Las calles son angostas con veredas pequeñas, en las que se agolpan personas y energía durante el día, y diariamente debaten en ellas vendedores ambulantes y peatones. También hay una arteria central del gobierno, donde se encuentran juzgados y otras agencias. Durante la noche, el área es desolada y descuidada, ya que los chicos de la calle, prostitutas y criminales luchan por el control del área. A Lee no lo intimidaba el vecindario. Caminaba por todos lados y corría por las calles en la mañana.

Jorge López García, un joven agrónomo, quien había sido amigo de Lee un año atrás y había entablado una relación con él, encontró el cuerpo. García vivía en otra ciudad, y visitaba a Lee todos los martes a la tarde. Preocupado porque Lee no contestaba su teléfono celular ni el de su oficina, y porque la máquina contestadora estaba apagada, García sabía que habría problemas cuando se acercó a la puerta de Lee. Los periódicos estaban apilados cerca de la puerta y el departamento estaba desordenado.

El día que encontraron el cuerpo de Lee otros cuatro hombres, además de García, se aparecieron por el apartamento de Lee. Al ser entrevistados por la policía dijeron que lo habían conocido en el gimnasio y en los dos cines de películas pornográficas. Los investigadores no volvieron a revisar ninguna de las historias, especialmente la de Manuel Santizo, un amigo con quien Lee había salido por mucho tiempo hasta que conoció a García. La familia de Lee piensa que Santizo y los otros amigos deben ser investigados más cuidadosamente.

Lee le había comentado a sus amigos que su relación con Santizo había sido difícil, ya que estaba obsesionado con él y a menudo le hacía escenas de celos. Cuando Lee le dijo a Santizo que se iba, este se enloqueció, Lee le contaba esto en un mensaje electrónico a Kathy Sheppard. Lee quería deshacerse de esa amistad pero se sintió culpable. Santizo, un vendedor en un supermercado local había sido criado en un hogar para niños con problemas, y Lee lo había ayudado a llevar adelante su vida. Santizo fue el último que vio a Lee con vida, habían pasado el día de Navidad escalando montañas en un parque cercano. Nadie sabe qué sucedió en ese encuentro porque Kathy Sheppard, quien escribía a Lee diariamente y era su confidente, no estuvo disponible durante todo la víspera de Navidad. "Nunca me gustó ese hombre, pero no sé si es culpable," dijo Sheppard.

La familia Lee continúa tirando de cada cuerda de la investigación para aclarar la situación. "Es frustrante para nosotros tratar de que la investigación camine desde este punto", dice Scott, quien vive en Minneapolis. "La marcha es extremadamente lenta. Estuvimos tratando de presionar al gobierno guatemalteco para resolver la investigación, pero somos conscientes de que demasiada presión puede hacer que la policía culpe a alguien inocente solamente por cerrar el caso."

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