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1 de mayo de 1995

Caso: Marcos Borges Ribeiro



Acusados por el asesinato esperan juicio desde el 2000:

1 de julio de 2006
Jorge Elías

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1-7-2006


Marcos Borges Ribeiro era un personaje polémico en Río Verde, pequeña ciudad del sudoeste del estado de Goiás localizada a 220 Km. de la capital, Goiania, con una población estimada en 133.231 habitantes (según datos de julio de 2005). Fue allí donde fundó, el 2 de noviembre de 1994, el periódico Independente, un tabloide de ocho páginas que funcionaba en Viela Jataí, el centro del municipio. Ribeiro incomodó a muchas personas con su estilo desprejuiciado y las denuncias publicadas en el periódico sobre corrupción policial e irregularidades en la Facultad de Derecho donde estudiaba. Fue asesinado en su casa el 1º de mayo de 1995.

El chofer de la Policía Civil Gláucio dos Reis Santana confesó el crimen. Al momento del asesinato, Santana estaba acompañado por la escribiente Joana D’Arc de Souza. Los dos fueron procesados y deberían haber sido sometidos a juicio en el año 2000. No obstante, continúan en libertad, esperando la definición de la fecha para el juicio oral. De acuerdo con datos del Ministerio Público, el juicio de Santana fue reprogramado para el 17 de octubre de 2006 y el de Joana, para el 19 de octubre.

La tardanza en la celebración de estos juicios se debe a problemas burocráticos, según el juez Fernando César Rodrigues Salgado, titular de la 2ª Jurisdicción en Materia Civil, de Hacienda Pública y de Registros Públicos y suplente en la Jurisdicción en Materia Penal de Río Verde. Los juicios orales fueron pospuestos al menos en tres oportunidades. La primera vez, porque el abogado de Joana solicitó la desacumulación de las causas contra su cliente. Luego, porque uno de los acusados no había sido encontrado. Y, por último, porque el municipio de Río Verde se quedó sin salón para juicios orales durante dos años, debido a reformas. Durante este período, se realizaron algunos juicios en salas de la facultad.
Hasta marzo de 2006, había 70 juicios orales en lista de espera. “Un juicio oral altera el ritmo habitual y hay un solo juez penal, que está de licencia por un curso”, informó Salgado en esa oportunidad. El volumen de trabajo en esa área es grande: cinco mil juicios penales y 26 mil causas relacionadas con la Hacienda Pública en Río Verde. Salgado ocupará el cargo hasta que se concrete un nuevo concurso para definir a un juez sustituto. “Faltan jueces y fiscales en el estado de Goiás”, recordó. Además, en primer lugar se fijan los juicios orales para los casos de más antigüedad o para los que involucran a detenidos. Santana y Joana están libres.

El juicio de los dos acusados, si finalmente se concreta, no sólo pondrá fin a la impunidad en este caso sino que también traerá a colación la historia de un pequeño periódico que provocó grandes debates en la ciudad debido al perfil controvertido de Ribeiro.

Divergencias

El día del crimen, Joana y su marido, Alzemiro José dos Santos, en ese entonces comisario regional en Río Verde, almorzaban con amigos en la casa de un ex policía. Uno de ellos era Santana, un chofer que trabajaba directamente con Santos, considerado de “suma confianza” y “casi un miembro de la familia”. Cuando llegó el comisario Loester Cristiano da Cunha con una nueva edición del Independente que contenía denuncias contra los policías de la ciudad, todos se sintieron indignados. Según Joana, en ese momento decidió ir a la casa de Ribeiro a provocar un escándalo “que llamara la atención de las autoridades” y así poder detener las injusticias cometidas por el periódico. Salió en su automóvil y en el camino se encontró con Santana, quien decidió acompañarla. El hombre llevaba un revólver calibre 38 en la cintura.

Santana confesó a la policía que él y Joana ingresaron en la casa hasta la sala donde estaba Cimei Cristina de Oliveira, la pareja de Ribeiro. Desnudo y acostado en la cama de su habitación, Ribeiro oyó gente y preguntó a su mujer quién estaba ahí. Apoyado en la puerta de la habitación, Santana le dijo a Ribeiro que se vistiera, que habían ido a “conversar con él”. Pero Ribeiro ya se había levantado de la cama y se aproximaba a la puerta. Santana comentó que sintió miedo porque el periodista lo superaba en físico. El chofer sacó el revólver y disparó a quemarropa – según explicó después – para inmovilizar a Ribeiro. Fueron dos tiros. Huyó a la casa de parientes hasta presentarse ante la policía y confesar el crimen.

La investigación policial determinó que las divergencias de Ribeiro con miembros de la Policía Civil habían comenzado en las clases de Derecho en la Fesurv, la Universidad de Río Verde. En la facultad era compañero, entre otras personas, de la escribiente Joana D’Arc de Souza y de la agente de policía Joana Freitas Santana, subcomisaria municipal de la ciudad de Castelandia, con quien mantenía discusiones frecuentes debido a los reportajes que publicaba contra la policía y que involucraban a Santos, marido de Joana D’Arc de Souza.

También discutió con Tania Guimaraes Fonseca Arantes, a quien acusó de firmar la lista de asistencia en lugar de un compañero que había faltado y a continuación denunció a esos “alumnos fantasmas”. Tania, al igual que otros compañeros, cree que Ribeiro quedó muy perturbado después de perder las elecciones para la dirección del Centro Académico, tanto que los alumnos firmaron una solicitada para que fuera transferido a otra aula.
El vencedor de las elecciones fue Carlos Augusto Nunes, que había sido secretario de obras del municipio de 1993 a 1995. Según consta en la investigación policial, en una oportunidad Nunes fue convocado por Ribeiro para rebatir en las páginas del Independente las denuncias sobre irregularidades en su gestión formuladas a través del periódico Folha do Sudoeste, pero para eso tenía que hacerse cargo de los gastos de publicación de la noticia. Nunes no aceptó la propuesta y cree que, tal vez por este motivo, Ribeiro haya comenzado a publicar artículos en su periódico refiriéndose a él como “ladrón y malversador de fondos públicos”, si bien Nunes negó todas las acusaciones.

Además, Ribeiro le ofreció publicar, pago mediante, un artículo positivo en el Independente sobre la constructora que él representaba. Ese artículo contrarrestaría los cuestionamientos formulados ante el Concejo Deliberante sobre la legalidad de una donación de terrenos por parte del gobierno a favor de la constructora. Según Nunes, la empresa llegó a hacer el primer pago, pero él intentó frustrar el negocio e impedir la entrada de Ribeiro al lugar de emplazamiento de las obras, lo que dio lugar a nuevas acusaciones contra su persona en el Independente.

La investigación policial contiene otras declaraciones negativas, como la de un ex socio en una panadería que alquiló un departamento a Ribeiro. El ex socio lo acusa de haber utilizado el periódico para desacreditarlo cuando se produjo el desacuerdo entre ambos. También afirma que Ribeiro realizaba prácticas de extorsión. La subcomisaria Joana Freitas Santana, por ejemplo, fue acusada en el periódico de ser una “falsificadora” y radicó una querella contra él en la policía por calumnia y difamación. Cuando lo interrogaron al respecto, Ribeiro dijo que continuaría con las publicaciones hasta que Joana pidiera disculpas por haber firmado una solicitada donde se pedía su cambio de aula en la Fesurv.

Su fama de “exasperado” venía de mucho antes. Ribeiro había trabajado anteriormente en un bar llamado Lanche Betel. En esos tiempos, el corresponsal del periódico Folha do Sudoeste de la ciudad de Jataí lo invitó a trabajar como reportero en el área policial. No obstante, cuando el representante de Folha lo presentó ante el comisario regional se enteró de que Ribeiro tenía antecedentes penales. En abril de 2004 se había radicado en la policía una denuncia contra Ribeiro por haber quemado en el brazo a un joven que estaba ebrio y se rehusaba a abandonar el bar. Con esos antecedentes, el comisario dijo que no transmitiría ninguna información a Ribeiro si era contratado como periodista de Folha do Sudoeste.

Poco tiempo después, Ribeiro fundó el Independente. Cuando Ribeiro fue amenazado, publicó notas sobre las amenazas en su propio periódico. De acuerdo con su mujer, Cimei, días antes del crimen ella y Ribeiro fueron abordados por dos policías que requisaron el portafolio del periodista y le dijeron que lo matarían si no retiraba las denuncias realizadas en el periódico contra el comisario Alzemiro y su esposa. Aconsejados por los fiscales del Ministerio Público, Ribeiro y Cimei radicaron la denuncia en la comisaría. En seguida se produjo una nueva amenaza de muerte, esta vez frente a la sede del periódico Folha do Sudoeste.

La recomendación de los fiscales fue que Ribeiro no publicara ninguna edición más de su periódico que contuviera denuncias. Ribeiro prometió que la próxima edición saldría en circulación después del 2 de mayo, luego de conversar con los fiscales. Sin embargo, el periodista no cumplió su palabra y el domingo 30 de abril de ese año llevó los ejemplares recién impresos para su distribución en la panadería. Uno de ellos llegó a la casa del comisario donde estaban reunidos varios miembros de la Policía Civil, incluidos Santana y Joana.

La situación sigue siendo difícil

Ribeiro obtenía buenas notas y era considerado un alumno entusiasta en la facultad, según declaró ante la policía después del crimen Elza Soares Batista, abogada y directora de la Fesurv. Pero ella misma tuvo que amonestarlo más de una vez por las quejas de otros compañeros de clase. Ribeiro sembró enemigos por todas partes. Los testimonios de la defensa y de los acusados por el asesinato de Ribeiro durante el período de instrucción tendieron a reforzar su costado provocador. No obstante, cabe resaltar que prácticamente todos los testimonios estaban vinculados con la policía, blanco de las críticas más feroces por parte de Ribeiro en su periódico.

“Era muy crítico y agresivo, no medía las palabras”, recuerda Rogerio Silva, supervisor del programa de periodismo Telejornalismo de la televisión de Tocantins. Silva trabajaba como corresponsal del periódico O Popular cuando lo conoció. En esa época, Ribeiro le contó que planificaba postularse como concejal, quiso llegar a la intendencia y propuso un programa popular, pero que no llegaron a un acuerdo. Luego dijo que armaría un periódico para atacar a la intendencia. En cuanto a las denuncias publicadas en el Independente, Silva recuerda que Ribeiro denunció irregularidades en la Intendencia y en la Policía que eran procedentes. Cree que un agente policial apartado de sus funciones era la fuente de información del periodista asesinado.
“Mostraba los baches en la calzada, hablaba del abuso de poder de la policía y de los dirigentes de la facultad, y eso fue disgustando a muchas personas”, atestiguó Lázaro José de Almeida, que compartió con Ribeiro un año y medio mientras era concejal en Río Verde. Almeida fue comentarista de Radio 96 FM y afirmó que él también fue perseguido por sus críticas contra la Intendencia.

La situación cambió, pero no demasiado. El profesional de radio Dionezio Costa Magalhaes, más conocido como Costa Filho, trabaja en radio desde hace más de 10 años. Actualmente, en la Radio Morada do Sol FM de Río Verde, presenta un programa de entrevistas con la participación de los oyentes llamado Patrulla 97, de lunes a sábado, de 7 a 8. “Marcos Ribeiro se peleaba con la policía, pero no se basaba en datos concretos”, opinó Costa Filho. “Ser sensacionalista en contra de la delincuencia es una cosa, pero en contra de la policía es complicado.” Ahora, en el horario dedicado a temas policiales, Costa Filho sólo divulga informaciones de incidentes. Difícilmente los periodistas de radio superen ese límite, porque tienen temor a juicios y represalias, argumentó.

Costa Filho contó que ya fue procesado e inclusive amenazado por el intendente por críticas realizadas a la administración municipal y que teme por su vida. Al igual que en muchas otras ciudades de Brasil, en Río Verde las radios pertenecen a políticos o son usadas como instrumentos de campaña de un partido contra otro.

Elecir Perpetuo Garcia, en la actualidad concejal del PMDB, inclusive intentó mantener el periódico Independente en funcionamiento después de la muerte de Ribeiro. En esa época era asesor de un miembro del Concejo Deliberante. “Pero había presión, porque el periódico atacaba a muchos políticos”, explicó. Después del crimen, llegaron a la redacción pedidos para interrumpir la edición del Independente. Y eso fue lo que ocurrió.

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