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México
17 de diciembre de 2010
Periodista argentino promueve la unión de los periodistas contra la impunidad en México
Clarinha Glock, URR-Brasil


En noviembre de 2010, el periodista Gabriel Michi, presidente del Foro de Periodismo Argentino (Fopea), participó en el 1er Encuentro Internacional de Periodistas de la Triple Frontera, realizado en Ciudad del Este, Paraguay.

En el marco de una entrevista con la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) llevada a cabo en esa ocasión, comentó el caso del reportero gráfico José Luis Cabezas, asesinado el 25 de enero de 1997 en la ciudad balnearia de Pinamar, Argentina. Cabezas fue secuestrado, agredido, esposado, torturado y finalmente asesinado de varios disparos en la cabeza, tras lo cual su cadáver fue incinerado dentro de un automóvil.

En esta declaración, Michi cuenta cómo los periodistas argentinos presionaron a las autoridades para que el caso no quedara impune. Asimismo analiza la situación actual del periodismo en México y sugiere alternativas para combatir la impunidad en ese país:

“Cuando sufrimos el peor ataque a la libertad de expresión desde la vuelta a la democracia, con el asesinato de José Luis Cabezas, tratamos de unirnos, tanto los compañeros de Cabezas de la revista Noticias como los periodistas de otros lugares. En este caso en particular, fue importante que existiera un interés común de los periodistas y las empresas, que entendieron que se trataba de un hecho muy grave.

Modificamos la forma de trabajo en materia de seguridad personal, por ejemplo caminando a contramano en las calles y organizando una red de llamadas telefónicas de modo que cada uno avisara a sus compañeros cuando llegaba a su casa. Procuramos mostrar que estábamos unidos y a los pedidos ante la justicia se sumaron movilizaciones para que el crimen no quedara impune, para que el tema estuviese permanentemente instalado en los medios de comunicación, y para controlar lo que ocurría a nivel judicial y evitar algunos intentos de interferencia en términos políticos.

Esto llevó meses y meses. Conseguimos la condena de todos los asesinos. Luego, con el pasar del tiempo y como consecuencia del sistema judicial en nuestro país, fueron liberados uno por uno.

La situación de México es dramática. Tengo contacto con muchos colegas y sé que la diferencia entre dar o no una noticia puede ser la diferencia entre la vida y la muerte. En situaciones como la que se vive en Ciudad Juárez, entre otras, no se puede imaginar lo que significa, por ejemplo, que a las seis de la tarde haya un toque de queda informal por parte de los grupos armados en virtud del cual las calles queden vacías.

Estamos trabajando junto con otras organizaciones de todo el mundo para definir qué podemos hacer por los periodistas mexicanos. Emitimos varios comunicados exigiendo que las autoridades políticas de México y de los distritos donde se producen los crímenes de mayor violencia garanticen la protección de estos periodistas. Muchas veces ellos tienen que abandonar esos lugares y cambiar por completo de forma de vida, al igual que sus familias. Algunos medios explicaron por qué ya no podrían seguir hablando de ciertos temas, debido a la gravedad del asunto.

El problema surge cuando estos temas terminan “naturalizándose”. Cuando algo se “naturaliza”, se vuelve un estigma y las personas ya no cuestionan nada. Una de las principales funciones de los periodistas y de los medios de comunicación consiste en decir: “Esto no anda bien. ¿Qué podemos hacer al respecto?”

Es verdad que el tema de la criminalidad en la zona también tiene mucho que ver con la frontera con los Estados Unidos, ya que el principal comprador de drogas es el mercado norteamericano, por más que también haya aumentado mucho el consumo europeo vía México. Otro problema es que los grupos delictivos consiguieron infiltrarse en las instituciones del país, manipulando a jueces, policías y autoridades políticas.

Estamos pensando en alternativas como enviar misiones especiales de periodistas que permanezcan poco tiempo en el lugar a fin de cubran estos temas y presten apoyo. Otra alternativa consiste en presionar para que el estado mexicano y las autoridades locales que no cumplan las garantías para la libertad de expresión reciban una condena internacional. Por otra parte, resulta muy difícil cuando se trata de grupos delictivos de semejante complejidad.

Insisto en que lo importante es unirse.
Estas mafias en general tienen poder porque consiguen generar un temor tan grande que las personas se encierran en sí mismas. El mejor antídoto justamente consiste en generar lazos de modo que, si ocurre algo aquí, en seguida haya otros periodistas en el lugar para realizar la cobertura.

Creo que inclusive es preciso encontrar nuevas formas de transmitir la información de modo que sea más atractiva desde el punto de vista periodístico.

Cuando pasó un mes del asesinato de Cabezas, organizamos una marcha. Hacíamos una manifestación diferente cada mes, con globos negros, con personalidades, movilizaciones culturales con artistas que tienen influencia en la población, para que se comprometieran a no callar a la prensa. Se pueden buscar modos ingeniosos de hablar del tema y del peligro, y de lo que eso significa no solo para los periodistas y los medios de comunicación, sino para la sociedad.
La sociedad mexicana lo está sufriendo en carne propia. Los periodistas y los medios están en el centro de la tormenta”.



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