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Tim Lopes
2 de junio de 2002

Caso: Tim Lopes



Muerte de Tim Lopes denuncia el poder de los traficantes:

2 de junio de 2002
Clarinha Glock

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En bermudas, con una vieja camisa amarilla y sandalias, como un típico carioca del cerro, el periodista Tim Lopes, 51 años, salió de la sede de la TV Globo, el 2 de junio del 2002, para hacer su último gran reportaje investigativo.

En bermudas, con una vieja camisa amarilla y sandalias, como un típico carioca del cerro, el periodista Tim Lopes, 51 años, salió de la sede de la TV Globo, el 2 de junio del 2002, para hacer su último gran reportaje investigativo. Llevaba una micro cámara escondida adentro de la riñonera en su cintura para filmar un baile funk en la favela de la Vila Cruzeiro, una de las 12 favelas integrantes del cerro conocido como Complexo do Alemão, en el barrio de la Penha, suburbio de Río de Janeiro. Lopes había recibido una denuncia de los habitantes de la favela sobre que en los bailes patrocinados por los narcotraficantes se dedicaban a la explotación sexual de jóvenes y al consumo de drogas. Los habitantes pedían ayuda.

Aquella sería la cuarta vez que Lopes subiría a la favela para realizar ese reportaje. En las dos primeras, hizo el reconocimiento del área. En la tercera, llevó la micro cámara, pero las imágenes no fueron consideradas lo suficientemente buenas para sostener la denuncia - y no tenía imágenes del baile. Por eso, volvió al local. Había arreglado que el chofer, contratado por la TV Globo especialmente para el servicio, lo buscase en el cerro a las 8:00 p.m. En el horario previsto, sin embargo, Lopes avisó que precisaría más tiempo para completar el trabajo. Pidió que lo buscase nuevamente a las 10:00 p.m. El chofer volvió a esa hora, pero Lopes no apareció.

Marcelo Moreira, 32 años, jefe de reportaje de la TV Globo en Río de Janeiro, dijo que cuando el conductor llamó a la redacción avisando que el periodista no había aparecido, se le recomendó esperar hasta la medianoche.

“La cuestión del horario es rígida, pero él fue a un baile funk y creímos que el baile se había extendido por causa del juego de Brasil (durante la Copa Mundial de Fútbol)”, explicó Ali Kamel, 40 años, director editorial de Periodismo de la TV Globo.

Moreira llegó más temprano a la Redacción, cerca de las 4:00 a.m. ya que el juego empezaría a las 6:00 a.m. “Cuando pensamos que algo mal había ocurrido, llamamos a todo el mundo” dijo.

Lo que se siguió fue el inicio de la búsqueda de Lopes que culminó, una semana después, con el anuncio de su muerte e intercambio de acusaciones entre autoridades locales y nacionales en el intento de encontrar a los culpables y endilgándose la ineficiencia ante el poder establecido por los traficantes de drogas.

La muerte de Lopes fue confirmada después de la prisión de Fernando Sátiro da Silva, Frei y Reinaldo Amaral de Jesus, Cabê, dos integrantes de la cuadrilla del traficante Elias Pereira da Silva, Elias Maluco, uno de los líderes del grupo criminal Comando Vermelho, que detenta el poder en el Complexo do Alemão. Las declaraciones de los presos indicaron que el periodista pudo haber sido identificado por los traficantes como autor del reportaje “Feira de Drogas”, transmitido por TV Globo en agosto del 2001. En ese reportaje, Lopes filmó, con una micro cámara escondida, la venta de drogas en las calles del morro do Alemão. Después de la transmisión del reportaje, varios traficantes fueron encarcelados y su negocio fue interrumpido, causando perjuicios a los narcotraficantes.

Según los testimonios ante la policía, los traficantes habrían llevado a Lopes de la favela Vila Cruzeiro a la favela de la Grota, donde estaba Elias Maluco. Allí le habrían hecho un “juicio” para decidir si lo matarían. Lopes fue brutalmente golpeado y torturado. Su cuerpo fue cortado en pedazos y quemado en neumáticos en una gruta, método conocido como microondas y muchas veces usado por los traficantes para matar a policías o informantes y eliminar rastros que pueden servir de pruebas contra los asesinos.

La prisión de Elias Maluco, que pasó a ser llamado el “bandido más peligroso de Río de Janeiro”, y de los demás asesinos, fue definida como una “cuestión de honra” por representantes del gobierno del estado de Río de Janeiro. Durante una semana, la policía hizo incursiones diarias en el morro, en busca del cuerpo del periodista y de los culpables, o de testigos que pudieran llevar a los asesinos. Hasta el 17 de junio del 2002, fueron identificados nueve integrantes de la cuadrilla de Elias Maluco que habrían participado en el asesinato de Lopes. Dos están encarcelados.

Ângelo Ferreira da Silva, encarcelado el 13 de junio, confesó que estaba en el coche Palio que habría transportado a Lopes de la Vila Cruzeiro hasta la favela de la Grota, donde estaba Elias Maluco. Según dijo, Lopes estaba atado y herido a bala en la pierna cuando fue colocado en el coche. Relata las escenas de tortura por la cual pasó el periodista, pero dice que no estaba presente cuando él murió. Reveló también el nombre de otros dos involucrados en el asesinato.

Por su parte, Elizeu Felício de Souza, el Zeu, apresado el 14 de junio y señalado como uno de los guardias de seguridad de Elias Maluco que habrían asistido a la execución de Lopes, confesó que compró nafta y diesel en una estación de servicio cerca a la entrada de la favela Nova Brasília, que integra el Complexo do Alemão. Zeu dijo haber entendido que un enemigo de la cuadrilla tendría el cuerpo quemado, pero no confirmó si era el de Lopes.

La búsqueda continúa

La Red Globo, a través de sus repetidoras en todo el país, del canal de cable, su diario y la radio, inició una campaña para encontrar a los “Enemigos de Río” - como se identificó a los asesinos.

Los medios han ayudado a divulgar el teléfono del Disque-Denuncia, un sistema de denuncia anónimo patrocinado por el gobierno estatal y por el Movimiento Río de Combate al Crimen, ofreciendo una recompensa de R$ 50 mil (cerca de US$ 20 mil) para quien informe sobre el paradero de Elias Maluco. Carteles con el número del Disque-Denuncia - (21) 22531177 - fueron pegados en los vidrios traseros de los ómnibus que circulan por la ciudad. La policía no descartó la hipótesis de que Elias Maluco esté escondido en otra favela o en otro Estado.

Seguridad del reportero

El caso de Lopes puso de relieve varias irregularidades. Periodistas y policías se critican mutuamente. Una de las críticas es en cuanto al tiempo que la TV Globo demoró para comunicar a la policía la desaparición del periodista. La policía reclama que solo fue avisada sobre la desaparición cerca de las 8:00 a.m. de la siguiente. “Mandamos una persona para hacer la denuncia a la comisaría, y llegó a las 8:00 a.m. Pero, antes de eso, ya habíamos llamado al puesto de la Policía Militar en la favela”, contó Moreira de TV Globo. “Sin embargo, la primera incursión de la policía en la favela solo fue a la 1:00 p.m. del día 3, el lunes”.

Otros critican la falta de seguridad para rescatar al reportero, en caso de emergencia durante el reportaje. “Tim no era de correr riesgos, si hubiera sido amenazado, estoy seguro de que no volvería al local”, dijo Moreira.

Ali Kamel dijo que el evento que Lopes estaba filmando era público, y el periodista no se hizo pasar por bandido o habitante - no requeriría, por eso, el mismo esquema de seguridad en caso de que se hubiera infiltrado en un predio o local cerrado. Un testigo dijo a la TV Globo que vio a Lopes cuando lo llevaban fuera del baile y lo golpeaban. Kamel resalta que el periodista no estaba infiltrado, estaba disfrazado de ciudadano carioca. “Allí, cualquiera sería muerto si estuviese con una libreta de apuntes y el mensaje es que los traficantes no quieren más a la prensa en el cerro porque perjudica los negocios”.

La forma como el periodista murió, al entrar en el área de la favela sin ninguna protección, generó una nota de la comisión del Sindicato de los Periodistas encargada de acompañar las investigaciones. “En los últimos días, muchos de nosotros oímos en las calles, y hasta de fuentes, comentarios de que Lopes habría sido irresponsable por estar en una favela dominada por el tráfico en las condiciones en que estaba. O que habría sido llevado a eso por sus jefes”, dice el texto. Y agrega: “A esas personas, que tal vez desconozcan la rutina de nuestro trabajo, les recordamos que la realidad del tráfico de drogas en los cerros todos la conocen, incluso la policía, a la que muchos periodistas se lo han contado.”

La TV Globo formó una comisión interna para reevaluar sus coberturas sobre la violencia en Río de Janeiro y las medidas de seguridad. Otras empresas también comienzaron a protegerse. A partir del asesinato de Lopes, algunos reporteros están subiendo a los cerros de Río de Janeiro con chalecos anti balas. Hasta se estudió el uso de automóviles blindados. En periódicos y en la televisión los periodistas se cuestionan el uso de la micro cámara y la ética en las investigaciones.

Esto también generó seminarios organizados por el Sindicato de los Periodistas y la Asociación Brasileña de Prensa sobre las condiciones de seguridad para los periodistas.

Alexandre Medeiros, periodista de 41 años y con 20 de oficio, era amigo de Lopes. Junto a él estaba escribiendo con un libro sobre la samba y Mangueira, interrumpió su trabajo en el proyecto Casa das Artes da Mangueira, porque se siente amenazado. “Antiguamente, identificarse como periodista era garantía de un tratamiento diferenciado. Hoy, es como estar ser el blanco de un tiro”, dijo. Luego de la muerte de Lopes, Medeiros apareció más de una vez en la televisión, pidiendo providencias de la policía para prender a los culpables.

Ineficiencia del sistema

El traficante Elias Maluco, principal acusado del asesinato de Lopes, ya había sido encarcelado, condenado y juzgado en 1996. Es considerado como el más cruel de los traficantes y el principal líder en libertad del grupo Comando Vermelho. Su ficha registra que, en 1993, humilló y ejecutó a cuatro policías del 9º Batallón de la Policía Militar. Como venganza, los policías invadieron la favela Vigário Geral y mataron a 21 personas. También es acusado de la invasión de los cerros dos Macacos y del Pau da Bandeira, cuando seis personas murieron, tres quedaron heridas y los habitantes fueron echados de sus casas.

Se les acusa de un plan para liberar a otro traficante, Adair Marlon Duarte, destruyendo una de las paredes de la prisión con una carreta, y del secuestro del estudiante Eduardo Eugênio Gouveia Vieira Filho.

A pesar de todo eso, Elias Maluco fue colocado en libertad condicional en el 2000, a través de un habeas corpus. Según el presidente del Tribunal de Justicia del Río de Janeiro, Marcus Faver, el juez concedió el habeas corpus por exceso de plazo, para evitar la acusación de privación ilegal.

El papel de la policía en el cerro

El jefe de la Comisaría de Homicidios, Paulo Passos, y el comisario Carlos Henrique Machado, que participaron en las incursiones en el Complexo do Alemão en busca del cuerpo de Lopes y de sus asesinos, afirmaron desconocer la existencia de un cementerio clandestino en la cumbre de la favela de la Grota, donde encontraron restos de cuerpos, partes de la micro cámara con una identificación de Red Globo, un reloj, un collar con crucifijo, un cuchillo y una camisa. Funcionarios de TV Globo confirman que la placa de identificación pertenecía a la micro cámara que era usada por el periodista cuando desapareció. También fueron identificados como pertenencias del periodista, el collar y el reloj.

En el Complexo do Alemão, con sus 12 favelas, hay cuatro unidades de la Policía Militar. Son los llamados Puestos de Policía Comunitaria o Destacamentos de Policía. Uno de ellos está en la cumbre de la favela Vila Cruzeiro, donde se hacen los bailes funk que Lopes investigaba.

Cada favela es una especie de ciudad. La geografía del cerro, con sus calles tortuosas es buen escondite para los criminales. La comunidad, en general, sabe lo que ocurre allí adentro. Informaciones que llegaron a la policía por el Disque-Denuncia describían, por ejemplo, que fueron oídos gritos tan altos en la noche en que Lopes murió, que los habitantes tuvieron que cerrar sus ventanas para no escucharlos. Hay relatos de habitantes sobre “desfiles” que ocurren por toda la favela, bajo golpes y tortura, de los “traidores” o “bandidos” condenados por la “ley” del tráfico, antes de matarlos. Hay noticias de que un policía fue bárbaramente torturado cuando lo agarraron infiltrado en un cerro.

Aunque el puesto de la policía esté a gran distancia del local donde ocurrió el baile funk presenciado por Lopes, no es posible que la policía no supiese que se daba la explotación sexual de jóvenes y consumo de drogas en el local. En el cementerio clandestino de la Grota fueron encontrados por lo menos cinco arcadas dentarias que no eran de Lopes, además de fragmentos de huesos.

La situación es tan difícil que en una entrevista que publicó O Globo, el 23 de junio, el presidente de la Asociación de Cabos y Soldados de la Policía Militar (PM), Vanderlei Ribeiro, afirmó que hay una determinación del comando-general que prohíbe a los policías que entren en 15 favelas de Río de Janeiro, a no ser que tengan el apoyo de fuerzas de elite, como el Batallón de Operaciones Especiales (Bope), de la PM, y la Coordinadoría de Recursos Especiales (Core) de la Policía Civil.

El subsecretario de Seguridad Pública del Río de Janeiro, Ronaldo Rangel, dijo a la SIP que la policía que queda en las unidades ubicadas en los cerros sólo actúa cuando hay una denuncia. Dijo que no había indicios de que la policía sabía del “microondas” o del cementerio clandestino, donde personal del Instituto Médico Legal recolectó osamentas de las que consiguieron recomponer siete esqueletos, que serán sometidos a la prueba de ADN.

La condición en las favelas llevó a que el 17 de junio el secretario de Seguridad Pública, Roberto Aguiar, anunció que seráse implementarán puestos de salud y otros servicios en el Complexo do Alemão, empezando por Vila Cruzeiro. Dijo que la favela de la Grota, donde el periodista fue asesinado, será reurbanizada, para que el local no vuelva a servir de cementerio clandestino para el tráfico. Aguiar se comprometió a implantar radares y otros equipos geológicos y arqueológos para seguir la búsqueda de cuerpos en el cementerio de la Grota. Un mes después de la desaparición de Lopes, su cuerpo no ha sido encontrado, los asesinos no fueron encarcelados, y las providencias de Aguiar aún no han implementadas.

Corrupción e impunidad favorecen a la criminalidad

El asesinato de Lopes movilizó a la policía, a los políticos y a los medios gracias al poder de penetración de la Red Globo. Pero no siempre otra muerte violenta como esta tiene tanto respaldo. Otros periodistas brasileños asesinados en el ejercicio de la profesión no fueron destacados y muchas de esas investigaciones permanecen paradas.

En Río de Janeiro se investigan otros dos asesinatos contra periodistas. El caso de Mário Coelho Filho, del periódico A Verdade, asesinado en agosto de 2001, en Magé, en la Baixada Fluminense, según el comisario Carlos Henrique Machado, de la comisaría de Homicidios, está vigente. Sin embargo, el titular de la comisaría, Paulo Passos, admite que la investigación sobre el asesinato de Reinaldo Coutinho da Silva, de Cachoeiras Jornal, en agosto de 1995, en Cachoeiras de Macacu, no tiene como seguir adelante, porque no hay nuevos testigos y el hecho ocurrió hace mucho tiempo.

La abogada Cristina Leonardo, coordinadora de la organización no-gubernamental Centro Brasileño de Defensa de los Derechos del Niño y de los Adolescentes, en Río de Janeiro, recuerda que la muerte de Lopes se diferencia de los demás casos que permanecen impunes por una cuestión básica:

“Generalmente, la comisaría y la justicia, para dificultar las investigaciones cuando la persona está muerta y los asesinos desaparecieron con el cuerpo, dicen que, si no hay cuerpo, no hay crimen”. El 9 de junio del 2002, una semana después de la desaparición del periodista, el jefe de la policía, Zaqueu Teixeira, anunció oficialmente que Tim Lopes estaba muerto, aunque no fue encontrado su cuerpo. Los policías se basaron en testimonios de presos que negaron su participación en el crimen, pero describieron como había ocurrido. “Muchas veces, un homicidio no precisa ser confirmado con el descubrimiento del cuerpo”, justificó el comisario Carlos Henrique Machado, de la comisaría de Homicidios.

Solamente el día 11, por una denuncia anónima, la policía descubrió en un cementerio clandestino en la favela de la Grota los restos de la micro cámara de la TV Globo y fragmentos de huesos sobre los que se practicó exámenes de ADN en el laboratorio de la Universidad Federal do Rio de Janeiro. Los peritos confirmaron el 5 de julio que los restos pertenecían a Lopes. El periodista fue enterrado el 7 de julho en el cementerio Jardim da Saudade, en Sulucap. Además de amigos y familiares, asistieron al sepelio, la gobernadora Benedita da Silva y el jefe de la Policía Civil, Zaqueu Teixeira.

Río de Janeiro es pródigo por los asesinatos impunes. En 1993, ocurrió la masacre de la favela de Vigário Geral. Era una venganza por la muerte de policías comandada por el traficante Elias Maluco. Leonardo es abogada de los familiares de las víctimas en la masacre y dijo que hace dos años no hay juzgamiento de los culpables porque la defensa bloquea a la Justicia, cambiando de abogado - y, a cada cambio, el nuevo abogado dice que precisa de más tiempo porque no conoce el caso -, pidiendo nuevas diligencias, convocando policías que no van a testificar y, principalmente, amenazando a los testigos.

La presión para apresurar la investigación sobre el caso de Lopes provocó críticas por parte de la policía. “Hace 15 días murió un policía civil a las siete de la noche, tenía 33 años y también estaba trabajando. La Red Globo publicó una nota pequeña. Están colocando a Lopes como a un Dios, pero hay otros crímenes. Nosotros, los policías, también somos víctimas y no nos gusta esto - hay mucha colaboración de las organizaciones no-gubernamentales, pero cuando un policía es asesinado, no veo a nadie en el entierro, ni dando apoyo a la familia”, comentó el comisario Carlos Henrique Machado.

Estado Paralelo

El hecho de que Lopes fue “preso” y “juzgado” por traficantes por haber invadido su área sin permiso, y el descubrimiento de un cementerio clandestino en el cerro del Complexo do Alemão llevaron a las autoridades federales a declarar que existe un Estado paralelo en las favelas de Río de Janeiro, bajo el comando de los narcotraficantes. Las declaraciones generaron un cambio de acusaciones entre representantes de los gobiernos federal y estatal sobre de quien es la responsabilidad para que Río de Janeiro haya llegado a esa situación.

El jefe de la Policía Civil de Río de Janeiro, Zaqueu Teixeira, contestó: “No hay Estado paralelo, lo que existe son zonas conflagradas y amarras legales que impiden actual a la policía para prender a alguien, por ejemplo, es necesario que tenga una orden judicial, que demora en ser expedida”. El subsecretario de Seguridad Pública, Ronaldo Rangel, resaltó que las armas y las drogas de los narcotraficantes vienen de otros países, y quien controla las fronteras es la Policía Federal.

El juez retirado Walter Maierovitch, que preside el Instituto Brasileño Giovanni Falcone de Ciencias Criminales y da cursos de especialización sobre crimen organizado y drogas, analiza la situación de Río de Janeiro de una forma más amplia: “No estamos hablando de cuadrillas o bandos, son asociaciones de delincuentes especiales que atentan contra el estado de derecho y contra los derechos y las garantías individuales, lo que representa una auténtica situación de seguridad nacional - por lo tanto, de competencia del Gobierno Federal”. Maierovitch compara esas asociaciones a las mafias, porque tienen control territorial y social.

Una opinión que llama la atención es la del diputado estatal actualmente sin partido Hélio Luz, que comandó la Policía Civil en Río de Janeiro de 1995 hasta 1997 y osó enfrentar el poder de los narcotraficantes. Según Luz, el Complexo do Alemão existe porque el Estado brasileño necesita de él para mantenerse en el poder, y para mantener a la población de excluidos en los cerros. Luz critica incluso el papel de la iglesia y de algunas instituciones del Tercer Sector que, bajo su punto de vista, actúan en las favelas ayudando a calmar la situación, sin cuestionar la mala distribución de la riqueza que es la verdadera causa de la miseria en las favelas. De una forma general, para el ciudadano común, la criminalidad siempre existió. La diferencia es que ahora está llegando a la clase media.

En la visión de Luz, Lopes fue asesinado por responsabilidad de un Estado violento y corrupto, que no tiene control de sus instituciones internas y de sus poderes y cuyo deber de casa debería ser, primero, mantener el control de su policía para bajar los índices de criminalidad.

La muerte de Lopes también sirvió de pretexto para que el presidente del Tribunal de Justicia de Río de Janeiro, Marcus Faver, critique a la burocracia que impide la administración de Justicia y permite que traficantes como Elias Maluco estén sueltos. “En Brasil, los derechos y las garantías son llevados a tales extremos, que crean barreras”, reclamó. “¿Por qué el criminal tiene que estar presente en las audiencias, no podría estar solamente su abogado?”. Faver dijo aun que hay jueces que acumulan dos Tribunales Criminales, y hay Tribunales sin jueces. La solución, en su opinión, pasa por una reforma en el proceso penal y en la gestión administrativa.

El 11 de junio del 2002, el Senado Federal aprobó algunos cambios en el Código del Proceso Penal con el objetivo de evitar casos como el de Elias Maluco. Los cambios aún dependen de la aprobación de la Cámara de los Diputados. Incluyen, por ejemplo, la obligación de que un juez justifique su decisión para conceder el habeas corpus, anulando el decreto de una prisión preventiva, y también la posibilidad de que el juez interrogue a los reos a la distancia, por medio de circuitos de televisión, para evitar el aislamiento de los testigos.

La impunidad, en Brasil, algunas veces está relacionada al poder electoral, dice Tânia Maria Salles Moreira, 50 años, procuradora de Justicia de la 7ª Cámara Criminal de Río de Janeiro. Durante 12 años, ella actuó como procuradora en una de las regiones más violentas de Río, la Baixada Fluminense.

En Río de Janeiro, cuando los candidatos quieren entrar en las favelas, piden permiso a los traficantes, que son los mayores empleadores en los morros, y por eso tienen poder de mando. “La mayoría de los votos vienen de las comunidades bajo el orden de esos señores”, resaltó la procuradora.

En Río, ser periodista es una profesión de riesgo

“La muerte de Tim fue un atentado eficaz. Hoy, se puede imaginar que todas las redacciones estén con miedo y va a dar trabajo elaborar una estrategia de cobertura que enfrente al miedo y no nos calle. Somos periodistas, queremos la verdad”, dijo Kamel, de TV Globo.

El periodista Marcelo Beraba, de la sucursal de Folha de São Paulo en Río de Janeiro y presidente del Comité de Libertad de Expresión de la Asociación Nacional de Periódicos, propuso que la prensa carioca de continuidad al trabajo de Lopes. “Tenemos que ir hasta el fin en la muerte de Tim y sobre lo que él estaba investigando.”

En un Estado donde la población de clase media y alta vive cercada por favelas, y en que los enfrentamientos entre policía y bandidos son diarios, es imposible ignorar que Brasil vive una guerra civil. Identificar quienes son los traficantes de drogas y armas, los corruptos y los corruptores, en cualquier lugar del mundo, es sinónimo de peligro. En Río de Janeiro, quien ya estuvo bajo el blanco de los traficantes queda marcado para siempre. “Nadie puede fallar en ese momento, eso cuesta la vida”, recordó Aldir Ribeiro, 49 años. Hoy él dirige un programa en la Televisión Educativa de Río de Janeiro.

Pero, cuando era reportero del Documento Especial de la Televisión Manchete, hacía reportajes investigativos y recibió varias amenazas. “Todo el día yo pensaba en dejar. Usted pasa a no tener más paz, piensa que todo el mundo te está mirando”.

João Antônio Barros, 39 años, de O Dia, tuvo su cabeza a premio después que pasó un tiempo viviendo adentro de la prisión Bangu 3, sin identificarse como periodista. Hizo un reportaje sobre la corrupción en el sistema penitenciario y supo después que alguien propuso pagar R$ 50 mil (cerca de US$ 20 mil) para que él fuera asesinado. “Miedo uno tiene todo el día, pero, si no hago los reportajes, dejo de trabajar”, reconoció. “No consigo imaginar el periodismo sin denuncias”. Barros constata, sin embargo, que los periodistas más jóvenes no suben los cerros de Río de Janeiro como los más experimentados hacían al principio de sus carreras.

El asesinato de Lopes debe servir de ejemplo, dice Marcelo Leite, de O Dia. “Debemos ir atrás de los “Elias Maluco” no sólo del tráfico, pero del Judiciario, de la Policía y de la Política”, propuso. Leite cuenta que había recibido la misma denuncia de los habitantes de la favela Vila Cruzeiro que estaba siendo investigada por Lopes, cerca de 15 días antes de saber de la desaparición de su colega.

“El asesinato de Tim Lopes fue una muerte anunciada”, cree la periodista Cristina Guimarães, 38 años, que vive actualmente escondida. En octubre del 2001, Cristina pidió su desligamiento de la TV Globo, alegando que la empresa no le ofreció protección cuando fue amenazada de muerte. Ella era coautora del reportaje “Feria de Drogas”, hecha con Tim Lopes y otros dos periodistas, y que fue al aire en el noticiero televisivo Jornal Nacional en agosto del 2001. La reportera entró en las favelas Rocinha y Mangueira en Río de Janeiro, con una micro cámara escondida en la cartera para mostrar el tráfico de drogas. A causa de ese reportaje, varios traficantes de Rocinha fueron encarcelados.

Guimarães luego fue informada sobre que había personas que merodeaban su lugar de trabajo y que una de ellas dijo que los traficantes estaban ofreciendo R$ 20 mil (cerca de US$ 8 mil) por su cabeza. Alrededor de 10 días después, al leer los periódicos, supo que un funcionario del departamento de Deportes de la TV Globo había sido secuestrado por traficantes de Rocinha, y que ellos querían saber quién había sido el autor del reportaje “Feira de Drogas”. El hecho fue registrado por la 15ª Comisaría de Policía.

Agustiada, con miedo, Guimarães resolvió alejarse de su trabajo. Tuvo una acción legal contra la empresa, se desligó de su trabajo en noviembre del 2001, y buscó el apoyo de la Amnistía Internacional para salir del país.

Su abogada, Cristina Leonardo, pidió en junio del 2002 al Secretario de Seguridad Pública y al superintendente de la Policía Federal para que el caso de Guimarães sea investigado. La abogada teme por la vida de la periodista y ahora que la muerte de Lopes esté asociada a las amenazas recibidas por su cliente.

Una ex-funcionaria que hacía el programa Linha Direta también vive escondida y con miedo. El programa muestra crímenes que siguen impunes, los reconstituye, da nombre a los sospechosos de haber cometido los crímenes y pide ayuda de la población para encontrarlos. La productora, que pidió no ser identificada, dijo que usaba cámera escondida y que fue presionada más de una vez para hacer reportajes arriesgados.

“Desde que entré en Linha Direta, yo recibía amenazas y bromeaba con las personas, diciendo que tenían que hacer una fila para matarme. El único momento en que tuve miedo, no conseguí más ser como los directores de la TV querían que yo fuera”, relata. La gota de agua rebalsó cuando empezó a investigar la actuación de traficantes y de un grupo de exterminio de la Baixada Fluminense. La procuradora que investigaba el caso alertó a la periodista de procurarse protección, porque ya había sido amenazada y que, con el reportaje, podría correr riesgo de vida.

Un día, al regresar a la sede de la televisión, la periodista dijo que percibió un automóvil, con personas armadas, adelante. Pidió protección, pero el director de programación dijo que no había motivo para tanto, que eso podría alarmar a otros reporteros.


Cuestionado sobre casos como el de esa productora, César Seabra, editor regional de TV Globo en Río de Janeiro, garantizó: “Cuando se hace necesario, la empresa da seguridad”. Luis Erlanger, director de la Central Globo de Comunicación, recordó que varios periodistas de TV Globo fueron enviados para otros Estados o afuera del país por estar en situación de riesgo. En algunos casos, son contratados guardias particulares para acompañar al profesional amenazado. En el caso de Guimarães fue enfático: “Si tuviésemos conocimiento, habríamos tomado providencias”. Ante la acción judicial de Guimarães, un juez acordó su salida de TV Globo, pero no acogió el tema de su protección.

Un ejemplo de dignidad en Periodismo

Tim Lopes era una unanimidad entre los compañeros. En el día en que fueron encontrados los fragmentos de huesos, un collar (más tarde identificado como siendo del periodista) y pedazos de la micro cámara con la identificación de TV Globo, los fotógrafos y reporteros que estaban en el local se tomaron de manos alrededor de la cueva y rezaron y lloraron. Más de un acto público fue organizado por el Sindicato de los Periodistas de Río de Janeiro y por la Asociación Brasileña de Prensa, en el centro de Río de Janeiro, exigiendo a las autoridades encontrar el cuerpo de Lopes y a los culpables. Los compañeros de TV Globo cerraron una edición del principal noticiero de la emisora, el Jornal Nacional, vestidos de negro, aplaudiendo, en honor a él.

Muchas manifestaciones se deben al hecho de que Lopes, conocido por su forma humilde y juguetona, era admirado por sus reportajes brillantes y por el coraje de traer al asfalto la realidad de las favelas que él, criado en el cerro de Mangueira, hijo de una familia pobre, conocía muy bien. “Tim era lo que se tiene de más noble en la profesión, siempre en busca de justicia, de ayudar a las personas necesitadas, por la noticia en la primera mano, por lo diferente”, describió César Seabra, 41 años, de la editoría regional de TV Globo en Río de Janeiro.

El fotógrafo Marcos Tristão, que trabajó con el periodista en O Dia, bromea que es posible ver a varios Lopes paseando por las calles de Río de Janeiro, porque tenía la cara del carioca. Mulato, en los últimos tiempos con una barriga que le valió el apodo de “Véio Zuza”, Lopes tenía una sonrisa amplia y la manera de quien podía transformarse en lo que quisiera. Fue así que se hizo pasar por mendigo para acercarse a los niños de la calle y retratar su realidad en un reportaje para Jornal do Brasil. En otro reportaje, se convirtió en operario, y, en otro, un sin-techo relatando sus experiencias para O Dia.

“Siempre busqué investigar, en el fondo, el alma de las personas”, dijo una vez. Por eso, no registraba apenas los dramas del pueblo. Descubrió talentos que colocó en la televisión, e incentivó, por medio de sus reportajes, proyectos sociales como los de los pre-vestibulares (cursos que se hacen en Brasil para preparar a los jóvenes para el examen que se da para entrar a la universidad) comunitarios para afro-descendientes, en la región de la Baixada Fluminense. Ponderado, cuando se trataba de discutir una cuestión delicada, empezaba la frase siempre de la misma manera: “El buen juicio dice que...”

En uno de los primeros reportajes que hizo para TV Globo se vistió de Papá Noel y mostró los sueños de la población. Se internó en una clínica de recuperación para los drogadictos y mostró los dramas vividos por los enfermos. Para los telespectadores de la mayor red de televisión del país, sin embargo, el nombre de Lopes era poco conocido porque él se dedicaba más a hacer el trabajo de producción periodística: detrás de la cámara, sin que apareciera su rostro, conseguía mostrar lo que todo el mundo desconfiaba o sabía, pero que nadie tenía coraje de denunciar. Gracias a esa audacia, fue premiado, junto con el equipo, por el reportaje “Feria de Drogas”, cuando grabó con una micro cámara el libre comercio de drogas en el Complexo do Alemão, en una favela próxima a la Vila Cruzeiro, donde fue muerto.

En una charla para estudiantes de Periodismo, dijo una vez que, en busca de la noticia, en la hora en que estaba investigando los hechos conseguía mantenerse con una frialdad absoluta, después quedaba asustado. En su último reportaje investigativo, sin embargo, su instinto le decía que los riesgos eran muy grandes. La semana antes de desaparecer, llegó a comentar a su mujer, Alessandra Wagner, que la cosa en la Vila Cruzeiro era más peligrosa que en la “Feria de Drogas” y que iba a exponerse mucho. Comenzaba a pensar en no hacer más ese tipo de reportaje. Ya había dicho que, después de acabar ese trabajo, iba a acompañar a un camionero en su viaje, en un reportaje sobre conducta para el programa Globo Repórter.

Gaúcho (nacido en Río Grande do Sul) de nacimiento, pero criado en el cerro de Mangueira, en Río de Janeiro, mantenía el gusto por la samba y el carnaval, y desfilaba en el grupo “Simpatia é quase amor”. Leía mucho. “Él siempre hablaba que le gustaría escribir una novela basada en las experiencias que tuvo como periodista”, recuerda el abogado André de Souza Martins, concuñado de Tim Lopes. Desde 1999, estaba escribiendo, con el amigo y periodista Alexandre Medeiros, el libro “Eu sou o samba”, con perfiles de personajes desconocidos de la samba carioca.

El funk en la visión de Tim Lopes

En 1994, Lopes escribió una serie de reportajes para el periódico O Dia, de Río de Janeiro, sobre los bailes funk. La serie ganó un premio como el mejor reportaje publicado en el periódico en aquel año. En el mismo período, Lopes pasó a escribir una columna semanal, los viernes, en el suplemento de Cultura, con la programación y destaques de personajes del universo funk. Desde entonces, los bailes cambiaron, así como el perfil de los traficantes de los cerros cariocas. Este año, la denuncia de Lopes no sería los bailes exactamente, pero el fuerte armamento de los jóvenes que los frecuentan, el consumo de drogas y la explotación sexual de menores de edad. Irónicamente, ocho años después de los primeros reportajes, el periodista volvió a un baile funk que terminó con su vida.

El 27 de febrero de 1994, él denunciaba otro tipo de violencia asociada a los bailes:

“Acá, abajo de la línea del Ecuador, en los callejones del Complexo do Alemão, el ritmo funk tiene otros nombres firmados, pero también está asociado al placer, al desahogo y a la violencia. Pero funk no es solamente música. Es un modo de vivir. (...) Son los dueños de la calle, del barrio, de la ciudad, de sus narices. Están siempre prontos para mostrar que pueden vencer cualquier combate, encarar cualquier cosa. Así explotan las peleas, los conflictos entre grupos. En los últimos tres años, más de 50 jóvenes murieron en los combates entre funkeros, cientos salieron heridos. El mundo funk guarda espacio para palos, piedras y armas de fuego, abriga tribus nómades que desparraman alegría y terror. Es un ritual de vida y muerte”.


Arcanjo Antonino Lopes do Nascimento (Tim Lopes)
(18 de noviembre de 1950 - 2 de junio del 2002)


Fecha del asesinato: desapareció el 2 de junio del 2002. Testimonios de dos traficantes presos indican que fue asesinado entre las 10:00 p.m. y las 12:00 a.m. del 2 de junio del 2002.

Local y circunstancias del asesinato: cerca de las 5:00 p.m. del 2 de junio, domingo, Lopes fue hasta la favela Vila Cruzeiro, en el barrio Penha, suburbio de Rio de Janeiro, con una micro cámara escondida en una riñonera que llevaba en su cintura, para grabar imágenes de un baile funk promovido por traficantes de drogas. Él había recibido una denuncia de los habitantes de la favela de que en el baile ocurría la explotación sexual de adolescentes y la venta de drogas. Iba a investigar también la información de que los traficantes construían un parque infantil en un acceso a la favela, para dificultar la acción de la policía, y que desfilaban armados de fusiles.

Probable causa: a los traficantes les pareció raro la presencia de Lopes en el local. Hay sospechas de que, una vez descubierto, su muerte fue decidida como venganza por el reportaje hecho anteriormente, sobre la venta de drogas en el cerro, publicada en agosto del 2001 por la TV Globo. Después de ese reportaje, varios traficantes fueron encarcelados y el tráfico en la región tuvo un perjuicio económico durante un tiempo. Otra hipótesis es de que Lopes haya sido confundido con un policía o con un informante de la policía.

Sospechosos: según testigos, la muerte de Lopes fue decidida por el traficante Elias Pereira da Silva, el Elias Maluco, uno de los líderes del grupo criminal Comando Vermelho, que domina el Complexo do Morro do Alemão, formado por 12 favelas. Las investigaciones indican que participaron otros ocho traficantes de su cuadrilla. Entre ellos, André da Cruz Barbosa, el André Capeta, Ângelo Ferreira da Silva y Elizeu Felício de Souza, el Zeu. Antes del asesinato, los traficantes hicieron una especie de juicio para decidir sobre la muerte del periodista, quien fue torturado antes de morir.

FICHA PERSONAL

Lugar de Nacimiento: Pelotas, Rio Grande do Sul

Edad al morir: 51 años

Estado Civil: vivía con Alessandra Wagner desde hace 10 años
Hijos: dos hijos

Educación: cursó Periodismo en la Facultad Hélio Alonso, Rio de Janeiro

Profesión/cargo: era reportero y productor de red de la TV Globo desde 1996

Antecedentes periodísticos: el primer trabajo fue en la revista Domingo Ilustrada, del periodista Samuel Wainer, como ujier. Cuando empezó a hacer reportajes en la calle, pasó a ser conocido como Tim Lopes. Según amigos, el nombre artístico le fue dado por el propio Samuel Wainer. Trabajó en el extinto periódico O Repórter, en la revista O Placar, en los periódicos O Globo, Jornal do Brasil y O Dia, en Rio de Janeiro.

Actividad social/pasatiempos: le gustaba mucho correr por la orilla de la playa. Una vez, en la carrera de São Silvestre, que se realiza tradicionalmente en el último día del año, en São Paulo, Lopes acompañó corriendo, al ministro João Sayad, que participaba de la competencia. Era fanático del equipo Vasco de Gama. Fue fundador del grupo de carnaval “Simpatia é quase amor”.

Otras actividades o funciones: participaba como jurado de las escuelas de samba en Carnaval. Escribía un libro con el reportero Alexandre Medeiros sobre la samba y la Mangueira, barrio donde se crió.

Premios: en el 2001, recibió el Premio Esso con el equipo de TV Globo por el reportaje “Feria de Drogas”, en el cual denunciaba, por medio de una cámera escondida, la venta libre de drogas en el Complexo do Morro do Alemão. Fue el primer premio Esso concecido en la categoría televisión. Recibió aún el 11º y el 12º Premio Abril de Periodismo en la categoría Actualidades por los reportajes “Tricolor de Coração”, publicado en la revista Placar de diciembre de 1985, y “Amizade sem Limite”, de mayo de 1986. En febrero de 1994, recibió un premio de mejor reportaje hecho en el periódico O Dia por la serie “Funk: som, alegria e terror” - irónicamente, el mismo tema de su último reportaje en TV Globo.

En el sitio www.timlopes.com.br encontrará más información sobre la vida de Tim Lopes.

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