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Víctor Manuel Oropeza
3 de julio de 1991

VICTOR MANUEL OROPEZA, México

Médico homeópata, periodista y además un ávido lector. También deportista, privilegiando el esquí y la natación. Nació en Puebla, pero 60 años más tarde, el 3 de julio de 1991, murió lejos de allí, en Ciudad Juárez, Chihuahua, después de oponer tenaz resistencia frente a dos maleantes que terminaron propinándole 14 puñaladas en el torso, luego de esperarlo juntos a otros dos en su consultorio profesional.

Eran  las 7.30 de la tarde cuando su cuerpo inerte quedó botado en un charco de sangre. Al no llegar a casa y tampoco responder el teléfono, cerca de la medianoche su mujer y un hijo fueron hasta el consultorio. Encontraron su cadáver. 

Llevaba 28 años ejerciendo el periodismo. Aún usaba su leal y antigua máquina Remington. Su pluma había cobrado peso e importancia desde su columna “A mi manera”, que publicaba desde 1984 en el Diario de Juárez, de Ciudad Juárez. Antes lo había hecho en El Universal de la misma ciudad y en el Diario de Chihuahua. Alguna vez indagó en la política, participando en la fundación del Partido Mexicano de los Trabajadores y luego mostrando simpatías por el Partido Acción Nacional (PAN).

En su permanente crítica editorial se refería a la “estrecha relación” entre la policía y los narcotraficantes, identificando varias veces con su nombre a los agentes responsables de abusos y violaciones a los derechos humanos. El juicio buscando autores del crimen  se esfumó. Nadie ha sido procesado ni acusado. Los primeros policías investigadores del caso eran los mismos que habían sido criticados por la víctima en su columna periodística, por tener nexos con los narcos. La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) alegó que las confesiones de dos sospechosos fueron obtenidas bajo tortura y coacción, por lo que fueron liberados.

El caso Oropeza fue presentado por la SIP a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en marzo de 1997, argumentando que con este asesinato y las deficiencias del proceso se han violado normas de la Convención Americana de los Derechos Humanos, referentes a los derechos a la vida, a la integridad personal, a la igualdad ante la ley, a la libertad de expresión, a las garantías judiciales y a la protección judicial.   

El gobierno expresó que se emprendieron todas las acciones necesarias para encontrar a  los culpables del asesinato. Sin embargo, el proceso ignoró  una pista señalada por la SIP. Una declaración voluntaria de Jesús “Chuy” Molina a un periodista del Diario de Juárez, auto confesándose como uno de los autores materiales del crimen, narrando la manera en que ocurrió el homicidio e involucrando a sus cómplices, relato que coincide con evidencias y testigos. La declaración no fue publicada, pero las cintas grabadas fueron entregadas a la Procuraduría Estatal. Sin embargo nada se ha esclarecido. Existe encubrimiento. Hay demora injustificada y deliberada. Se mantiene la impunidad.



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