ALFREDO JIMÉNEZ MOTA, México
Una colega amiga y varios otros quedaron esperándolo en el bar donde aquella noche del sábado 2 de abril de 2005 se reunirían a charlar y beber cervezas, como con frecuencia lo hacían para distenderse. Les pareció extraño que el periodista Alfredo Jiménez Mota no se presentara a la cita, pues era cumplidor y, además, el más entusiasta conversador del grupo.
El reportero de 25 años trabajaba en el diario El Imparcial, de Hermosillo, en el estado mexicano de Sonora. Cubría e investigaba noticias policiales, en especial vinculadas al crimen organizado y seguridad pública. Ese día, luego de escribir tres notas, había llegado hasta su departamento donde vivía solo, para darse una reponedora ducha, cambiarse de ropa y salir en su camioneta alrededor de las 10 PM al compromiso aquel con sus amigos, previo un breve encuentro con un "contacto", como él llamaba a sus fuentes de información.
Nunca más se supo del periodista, y tampoco su ausencia llamó la atención en las primeras 72 horas, pese a que no lo vieron en la habitual misa dominical de las siete de la tarde en la Catedral. Su amiga y colega Shaila Rosagello, que la noche anterior lo esperó para las cervezas, lo llamó incesantemente a su celular, pero jamás respondió. El lunes, al no presentarse al trabajo, sus jefes asumieron que gozaba de un día libre que le correspondía.
Recién el martes al no verlo, sus compañeros se preocuparon, lo buscaron , entraron a su departamento. Vieron que estaba todo en orden, revelando sí que al menos las dos o tres últimas noches no durmió allí. En ese momento partía la campaña por encontrarlo, incluyendo una denuncia penal en la Procuraduría General del Estado, por privación ilegal de libertad.
El gobierno de Sonora, primero, y el federal, después, aseguraron poner el caso en manos de los mejores agentes investigadores para aclararlo y sancionarlo. Casi 100 personas fueron citadas a declarar, en un expediente que pasaba de las 2 mil páginas. Se designaron Fiscales especiales que al poco andar eran removidos con el pretexto de que estaban muy expuestos.
Rastreando el teléfono celular de Jiménez, se conoció que a las 11:04PM del último día que se le vio, tuvo una larga conversación con el entonces subdelegado de la Procuraduría General de la República en Sonora, Raúl Rojas Galván, quien negó primero el hecho y se contradijo después en el interrogatorio judicial a que fue sometido, pese a la consistente prueba contraria. Pero este importante sospechoso fue reasignado a diferente función en otro Estado, lo que la prensa consideró como un freno a las investigaciones.
El proceso confuso y contradictorio se mantiene estancado, pese a reiteradas peticiones de los directivos de El Imparcial y de la SIP ante el gobierno federal. No hay persona señalada como responsable de la desaparición de Alfredo Jiménez, aunque se desprende de que el hecho está vinculado a sus reportajes sobre narcotráfico. Y la probable responsabilidad de funcionarios municipales, estatales y federales podría explicar el estancamiento y falta de resultados.
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