MARIA NILCE DOS SANTOS MAGALHÃES, Brasil
Tenía 48 años. Promovía desfiles de moda y actividades filantrópicas. Propietaria de una galería de arte y de artesanía peruana. Le encantaba viajar y escribir sobre sus viajes. Cinco libros lo atestiguan. Se preocupaba de mantener buena salud. Cuidaba su físico. Iba al gimnasio “Cuerpo y Movimiento” que sólo quedaba a tres cuadras de su domicilio, en Vitória, capital del estado de Espirito Santo, Brasil. El recorrido lo hacía caminando, junto a su segunda hija, Milla, pero el 15 de julio de 1989, a las 6.30 de la mañana, la periodista Maria Nilce dos Santos decidió ir en el automóvil que manejaba Milla, pues la joven esta vez seguiría hacia la universidad donde cursaba estudios.
Frente al gimnasio, al momento de llegar, había un bus detenido, por lo que el coche se detuvo pocos metros más allá. La periodista abrió la puerta y salió. Pero apenas al levantarse alcanzó a ver a un hombre muy próximo a ella que le apuntaba con un revólver hacia su cabeza. Disparó, pero la bala se trabó, y ante los gritos de Milla, que veía la escena, María corrió desesperada hasta el autobús. El desconocido la siguió y adentro del vehículo público, ante la mirada atónita de inmóviles pasajeros, le descerrajó cuatro tiros. Tres impactaron a María Nilce, que llegó muerta al Hospital de Clínicas.
La causa parece haber sido la crítica vertida por la directora de Jornal da Cidade, en su columna social en la que a veces daba nombres de posibles involucrados en tráfico de drogas.
El proceso estuvo plagado de irregularidades. Jueces, fiscales, procuradores pasaron por sus fojas y legajos. El ministro de Justicia, José Saulo Pereira Ramos, recomendó rigor en la averiguación, pidiendo colaboración a la Policía Federal y designando al fiscal Gilberto Fabiano a cargo del caso, quien al redactar su informe final acusó como sospechosos a José Alayr Andreatta y a su amigo Romualdo Eustaquio da Luz Faria, intermediario con el pistolero Jose Sasso y el policía César Narcizo da Silva.
Al poco tiempo, los sospechosos quedaron libres. Después de 17 años del crimen, recién en mayo de 2007, el Tribunal de Justicia de Espirito Santo dispuso el encarcelamiento del empresario José Alayr Andreatta, procesándolo como autor intelectual, mientras el viudo de María Nilce, Djalma, afirmaba que aquel fue sólo intermediario y que su mujer fue víctima del crimen organizado, siendo varias las personas de la alta sociedad local interesadas en la muerte de su esposa, por lo que debía continuar a fondo la investigación. Una comisión de la Cámara de Diputados resaltó que el caso de la periodista asesinada es un ejemplo más de impunidad.
Leer más ...